EL CASTILLO
Suele ser donde se comienza la visita, en el extremo sur de la isla, sobre todo porque el camino que conduce a la cima está salpicado de lienzos de artistas senegaleses, que con gusto nos tomamos el tiempo de admirar. En el extremo occidental se encuentra el cuartel de Saint-Michel, construido por los franceses en 1892 y sobre el cual se erigió e inauguró en 1999 el Monumento al Esclavo, una obra moderna que representa el casco y la vela de un barco. Detrás de él, encontramos un telémetro de 1907 que servía para medir la distancia de los barcos y ajustar los cañones. También expone muchas de sus obras en la cima de este cuartel el artista senegalés Balla Ngongo, muy conocido en Dakar, todas ellas realizadas con materiales reciclados. Los vende, pero es posible echar un vistazo sin sentirse acosado. Al otro lado del castillo, hay un cañón con un campo de tiro de catorce kilómetros que solo fue utilizado una vez, el 23 de septiembre de 1940, por la Francia de Vichy, para hundir un barco inglés durante la batalla de Dakar. Los restos siguen allí, a varios metros bajo el agua. Una boya marca el peligro para los barcos, por lo que los barcos que llevan a los visitantes a la isla deben realizar un gran giro antes de entrar en el muelle del puerto. En el momento de la independencia de Senegal, los franceses sabotearon el arma para que no pudiera volver a utilizarse.