Los mejores museos Dakar

Fue el precioso sueño de Léopold Sédar Senghor, el primer presidente de Senegal, el dotar a la capital del país de un museo excepcional, dedicado a los pueblos negros desde los albores de la humanidad hasta la actualidad. Una promesa que se ha cumplido con la apertura del Museo de las Civilizaciones Negras en diciembre de 2018. Frente al Gran Teatro Nacional, el edificio circular, inspirado en la tradicional cabaña de impluvios de Casamance, es ahora un hito en el paisaje de la capital, en la entrada del distrito administrativo y comercial. Fueron necesarios siete años de trabajo, iniciados bajo el mandato de Abdoulaye Wade, y una inversión de más de 30 millones de euros, financiados por los chinos, para su construcción y desarrollo. Con una superficie de 14.000 m², puede albergar hasta 18.000 habitaciones, presentando la historia y la evolución del continente africano. Los restos arqueológicos, los objetos de culto, las fotografías y las creaciones contemporáneas se exhiben en dos plantas, alrededor de un gigantesco baobab de metal (4,5 metros de altura), creado por el artista haitiano Edouard Duval-Carrié. Hoy en día, este fascinante museo sólo presenta exposiciones temporales, alimentadas por las colecciones de los museos asociados como el Quai Branly, y que rotan regularmente. En un momento en que se reaviva el debate sobre la restitución de las obras de arte africano, este museo se ofrece como una infraestructura ultramoderna para albergarlas.

Una vez situado en la isla de Gorea, el Museo de la Mujer Henriette Bathily fue trasladado a Dakar en 2015, después de dos años cerrado. Está dedicado a las mujeres senegalesas de ayer y de hoy, y a su historia. La gran sala de la primera planta ilustra el papel de la mujer en la sociedad tradicional a través de numerosos objetos y accesorios: ornamentos, objetos espirituales como el grisgrís, objetos de la vida cotidiana como calabashes, fotos en blanco y negro... Una parte está dedicada a mujeres contemporáneas representativas que han dejado su huella en Senegal, como Aminata Fall, cantante de jazz, o Yaye Amy Seck, campeona del mundo de karate juvenil en 1996. La visita finaliza con la proyección de un cortometraje de Ousmane William Baye, Dial Diali, en el que el director revela la intimidad de las mujeres senegalesas. La planta baja alberga exposiciones temporales, renovadas cada seis meses, siempre en torno a temáticas femeninas.

Construido en 1931, es el museo por excelencia de las artes primitivas de Senegal e incluso de toda África Occidental. También es conocido como el Museo IFAN. La colección permanente presenta, en la planta baja, piezas de todo el continente: máscaras de los diola de Casamance o de los sénoufo de Costa de Marfil, estatuillas de los bambara de Mali, instrumentos musicales, cascos de baile, ropa, madera, fibra, cauríes, rafia, plumas, etc. Occidente puede haber saqueado la riqueza artística de África para ponerla en sus propios museos, pero todavía hay algunas piezas hermosas que admirar. Además, este museo destaca por su originalidad y predominan pequeñas puestas en escena de la vida tradicional que, lejos de ser kitsch, parecen muy vivas: la celebración de las cosechas de los gourounsi de Burkina Faso, el entretenimiento y el control social de los gere de Costa de Marfil, la recuperación de las madres en los yoruba de Nigeria, la iniciación de las mujeres en los mende de Sierra Leona, etc. Es una pena que todo esto carezca de explicación; en las paredes, algunos paneles dan indicaciones sobre la historia y la organización social de estas diferentes tribus, pero de una manera tan austera que uno desconecta rápidamente. Arriba, hay exposiciones temporales más modernas, a menudo en colaboración con museos occidentales.

Cerrada varios años después de la muerte del primer presidente senegalés, Léopold Sédar Senghor, el 20 de diciembre de 2001, su casa fue renovada por la empresa Eiffage antes de ser convertida en museo. Fue inaugurado con gran pompa y ceremonia el 30 de noviembre de 2014, durante la XV Cumbre de la Francofonía, en presencia de los presidentes Macky Sall y François Hollande. Apodada «Dientes del Mar» por su antiguo propietario, la casa, de color ocre, tiene una arquitectura singular que recuerda a los antiguos edificios de Tombuctú, Mali. Allí vivió después de su mandato presidencial, entre 1981 y 2001, con su esposa, Colette. Al entrar por la puerta principal, se accede a la intimidad del poeta-presidente, desde la sala de recepción hasta el «salón rosa», donde recibía a sus invitados después de la siesta, pasando por su oficina y su dormitorio. En las estanterías, podemos ver libros y recuerdos de sus viajes: escudos de Japón, trofeos de Italia, una copia del Corán, jarrones de China, platos de Irán... La visita guiada es muy interesante y permite conocer el universo personal de este gran hombre de la cultura.