Los mejores restaurantes Monterrey

A pocas manzanas del Palacio de Gobierno, es un lugar refrescante y luminoso. Ofrece deliciosos cafés (espresso, capuchino, café con leche, ¡tú eliges!) y batidos con frutas naturales, así como bollería casera. Este pequeño café, frecuentado sobre todo por estudiantes, es perfecto para hacer una parada a la hora de comer. La comida es ligera y los postres se preparan con amor y productos frescos. En el menú: una amplia variedad de sándwiches, hamburguesas y bagels, acompañados de patatas fritas o ensaladas. Muy bien.

Durante el siglo XX, el edificio albergó sucesivamente una cantina popular (el bar Moritas, inaugurado en 1939), un club de boxeo, peleas de gallos y una sala de billar. Este local de moda, sobriamente decorado con muebles y objetos de época, se nutre de la inspiración de tres jóvenes cocineros que preparan platos tradicionales y sofisticados, con un cierto saber hacer para exaltar el sabor de las verduras. Puede disfrutar de pequeños platos en el bar, en el comedor o en la terraza, para colocarlos en el centro de la mesa y compartirlos.

Este restaurante-cantina ofrece una cocina regional única, cálida y abundante. Los platos se preparan con sabores sencillos extraídos de la tradición popular. Tierra, cielo y mar están en el menú. No te equivocarás con lasalcachofas a la parrilla(alcachofa asada), el costillar a la sal o los tacos de pescado al pastor; e incluso hay platos presentados en molcajetes, los tradicionales cuencos de piedra. Sabrosos postres y una excelente selección de bebidas. El entorno es muy agradable.

En su nueva ubicación, este restaurante del exitoso chef Guillermo González ofrece un estilo contemporáneo y un menú que ha ganado varios premios, incluyendo la mejor carta de vinos de México. Con frecuencia figura como uno de los mejores restaurantes de América Latina. Pangea ofrece un menú muy innovador, un nuevo tipo de cocina, con una combinación única de sabores. El menú de degustación le permitirá conocer el talento del chef. Uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad, sin duda.

El establecimiento es ahora legendario, especializado en el plato favorito del país del norte: el cabrito a la parrilla. Todas las piezas tienen el mismo precio, excepto los despojos, que son más caros. Comer en este establecimiento es una experiencia extraña por la forma de cocinar y presentar los platos. La visión de las cabras cortadas en trozos, descuartizadas y empaladas en espetones de hierro y cocinadas en las brasas recuerda el camino jalonado de leones crucificados en Salammbô de Flaubert. Y a pesar de esto, es delicioso.

Muy buen marisco (aunque estamos lejos del mar) pero caros.

Se trata de un pequeño restaurante muy bueno en una casa con paredes de piedra vista, que permite conocer el país a través de platos tradicionales: asado de puerco (típico de la región), albóndigas en salsa, pollo con mole, tostada de tinga, filete de pescado y ensalada de nopal, entre otras propuestas más bien clásicas, pero muy bien preparadas. No te cansarás de probarlo, ya que el menú cambia cada día. Ambiente cálido y auténtico garantizado, nos encanta (¡y a los lugareños también!).