Restaurante que trabaja con un chef y un pastelero para revivir los sabores de antaño.
El lugar juega la carta con el encanto del campo y no hay una nota falsa empezando por las vistas, que es sublime. Sin embargo, un consejo que se encuentra encaramado por encima de las murallas en el casco antiguo, es bastante prudente aparcar antes de entrar. A los hornos, un chef de cocina y su pastelero que nos demuestra que puedes combinar el clásico con el original. Despiertan sabores antiguos como la enredada caramelizada a la naranja y uno se detiene por sus crepes Suzette flambados. A mediodía también toca la carta del apetito al proponer una base de mercado, lo cual es muy agradable para los días de pleno sol. Es definitivamente una de las auténticas direcciones del departamento con una excelente relación calidad-precio.
Le service est agréable, fait avec le sourire !!
C'est un endroit où il faut s'arrêter impérativement ????????????????
Nous avons mangé dans la la salle principale, entre le bruit des couverts que les les serveuses ranges, la cuisine trop bruyante et en fin de service, voir les poubelles passés, le nettoyage des cuisines, c est bien dommage pour un établissement qui souhaite une étoile.
Peut être une critique sur l'entrée du foie gras qui manque un peu de personnalisation.
Sinon au top !