LA FUENTE DE SANTA ANA
El culto a Santa Ana fue iniciado y difundido por San Felipe, entonces abad de Noirmoutier, hasta el punto de convertirlo en uno de los principales cultos del País de Retz. Muchos peregrinos vinieron a rezar a la fuente milagrosa dedicada a la madre de María, conocida por aliviar los trastornos oftalmológicos. El agua de la fuente permitiría recuperar la vista, pero no en el primer sentido, oftalmológico, porque no se trata de una cuestión de visión ocular sino de visión espiritual, de conocimiento. La fuente permitiría así el acceso al tercer ojo, el que abre las puertas de la espiritualidad y de la sabiduría. Después de las procesiones, era costumbre que los peregrinos se llevaran las ollas vendadas con un pico y un mango llamado "bebidas", que tenían la ventaja de mantener el agua fresca.