LA CAPILLA DEL CRUCIFIJO
Esta capilla, monumento histórico desde 1952, se construyó en el lugar donde, según se dice, Saint Félix bautizaba los últimos sajones en el siglo VI. Los orígenes de esta capilla son inciertos. Sólo se sabe que antes de la capilla existía una cruz o un edificio, quizás criada por un caballero cuando regresaba a las cruzadas del siglo XII o XIII. De estilo gótico flamenco bretón, la bóveda de madera en cuna atropellada recuerda la construcción del siglo XVI. El edificio posee un coro a partes cortadas muy característico. La decoración deja un gran espacio a las guijarros, a las flores y a otros motivos muy populares en la época como las garras y los corsés. No hay mucho mobiliario entre las piezas importantes que podrás contemplar: una estatua sulpiciana de Saint Félix, esta última rinde homenaje al obispo de Nantes, un altar y un tabernáceo neoclásico de madera situado a finales del siglo XIX. Otro punto de interés: el cierre del coro de hierro fundido. También podrás admirar una elegante creatividad esculpida en la pared del coro y unos consolas que responden a las cabezas de animales esculpidos en las vigas. Edificada en el lugar de la Barrera, a la entrada del Crusic, por un comerciante llamado Raoul Karahès, es reconocible por su pequeño tamaño. Se dice que sería embrujada por un sacerdote condenado a celebrar la misa cada noche ante una asamblea de difuntos para expiar una falta cometida de su vida: la de haber olvidado rezar por el alma de un parroquia. Cuando se celebra esta ceremonia fúnebre, la iglesia está iluminada con una luz blafarda… ¡Brrr!