Una hermosa dirección que ofrece una cocina con productos frescos y locales y platos sorprendentes.
Venir a almorzar o cenar al Archipiélago es un poco como ir de viaje. Virginie y Fabrice han traído (y siguen trayendo) de sus viajes, especialmente en el sudeste asiático, nuevos descubrimientos y sabores culinarios. A los pies de la iglesia que domina el pueblo, han refrescado sin pretensiones una antigua crepería con muros de piedra y plantado algunas guías y un mapa del mundo que son tantos recuerdos como invitaciones para viajar. Los productos frescos y autóctonos son la base de platos sorprendentes y originales, como esta sopa de hojaldre con gorgonzola, pulpo a la plancha y huevo perfecto que se encuentra en la pizarra. Por ejemplo, junto a una trucha de mar confitada con limón, caramelo de especias y caldo de umami, una lata suprema, jugo de uvas y jengibre en canal o, por el lado del postre, este pastel de limón, cubo de bergamota, mousse de mantequilla salada de caramelo o esta almendra con mousse de higos y miel de cabra. Un viaje de verdad te lo decimos nosotros! En los días soleados, una terraza escondida llena de glicinia añade su magia al lugar. La amabilidad del servicio, la calidad de la presentación, los gustos armoniosos: nos seduce.
L'attente est interminable (Nous sommes arrivées à 12h30 , 40 minutes pour avoir les entrées et à 13h45 nous n'avions pas encore les plats de résistance )
Nous avons du quitter le restaurant (ayant des obligations professionnelles nous ne pouvions nous permettre pas attendre encore)
Aucune remise en question du restaurant quand on a annoncé notre départ à cause de l'attente.
Il aurait été plus bénéfique de nous avertir en amont du manque d'effectif et que l'attente serait plus longue surtout pour une clientèle du midi.
C'est dommage car les entrées étaient bonnes
C'est la première fois que je quitte un restaurant de cette façon
Mais votre comportement et la manière de vous exprimer sont inamissibles.
Partie au bout d'1h15 d'attente sans avoir mangé
Accueil déplorable
Vivement le changement de propriétaire !