Una cafetería-cervecería con una decoración típica de pueblo que sirve platos al estilo de la abuela con una buena relación calidad-precio.
Verdadera comida casera y alegría de vivir: eso es lo que encontrarás en este café-brasserie que no se ve bien desde afuera pero que aún así vale la pena desviarse. Aquí siempre será bienvenido por un equipo amistoso. En este típico entorno de pueblo, los manteles a cuadros rojos salen entre las paredes de piedra originales. Pase a tomar un café o a comer algunos buenos platos de la abuela: paté de conejo, rillettes de cerdo puro, jamón con hueso y entre los postres, crème brûlée casera, pasteles caseros... Los mejillones y los peces también están en el punto de mira y las salsas caseras son divinas. El ambiente es amigable y sin modales para una buena relación calidad-precio.
Respect à la gentille serveuse super efficace qui gère seule, et d une main de maître, le service d un resto complet avec sourire et bienveillance !