Restaurante-bar-crêperie que sirve comida auténtica y sabrosa a un precio muy razonable.
El tiempo pasa, la rueda sigue rodando y el almohadilla siempre vuelve a la clientela. Un entorno bucólico lleno de encanto, una cocina auténtica y sabrosa elaborada por Catherine y una acogida cortés convierten este restaurante en una dirección muy cotizada. Magret de pato y salmón ahumado casero, truite meunière (o jamón de países y setas), estufiada de tocino a la limusina o confitado de pato son grandes clásicos que siempre tienen tanto éxito. Buenos postres caseros (o helados), una buena bodega y todo por una nota muy razonable. Un lugar ideal para una salida entre amigos o familiares. Los niños aprecian el parque con columpios, ocas, pavos, cabras, burros y ponis. Los adultos eligen la siesta en la hierba o parte de la petanca. Por la tarde, el bar-crêpería ofrece una parada gastronómica después de un paseo por el agua o a lo largo de las numerosas rutas de senderismo.
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Il vaut mieux réserver. Je recommande cet endroit qui me rappelle d'agréables souvenirs d'enfance.
Super
A conseiller
Service et serveur très agreable