MAX BRUMBERG FLÛTES
Max Brumberg ama la naturaleza y su extraordinaria belleza sorprende. Este músico está atento a la estética del lugar, pero también a su espiritualidad y acústica. Afinidades, una pasión, convicciones sobre todo, que ha transformado en una profesión. En su taller de Sainte-Croix-Vallée-Française, un pequeño pueblo de 350 habitantes en el corazón del Parque Nacional de Cévennes, Max Brumberg fabrica flautas, que talla a partir de un árbol viejo recogido de los bosques locales y que conserva durante varios años para que se endurezca como la piedra. El artesano también utiliza enebro del sur de Francia para las tapas de sus instrumentos, o avellana, que es más fácil de moldear. Una vez talladas, estas flautas se sumergen en un baño de aceite de linaza y aceite de mostaza, y luego se pulen pacientemente mientras se secan. Para dejar su huella en estos tubos de madera naturalmente imperfectos, Max Brumberg acabó colocando pequeñas piedras o conchas, recogidas según sus viajes, especialmente en la costa atlántica española.