Te encuentras en el centro del Triángulo d'Or con el Bane Lao… una decoración paradisíaca entre Laos y Tailandia, pero difícil de encontrar, perdido en una calle no muy atractiva, ya que los habituales se encuentran desde hace 30 años y no se aburren. La empresa es familiar y la calidad de los platos es de una constancia poco frecuente. Y por causa: aquí sólo se sirve lo que nos gusta cocinar y los platos no se han desnaturalizado cruzando las fronteras, lo que sigue siendo la tendencia general. El descubrimiento vale la pena y los precios son pequeños. Pensad en reservar porque siempre está lleno, no eres los únicos que quieren volver. Pero si el restaurante es completo, no dudes en llevar. Sólo los bellos que le concedan: la capacidad de recepción de la sala limitada a un pequeño 20 cubiertos y los olores de fritura.
Un régal pour les yeux et les papilles????
Abordable €€
Mention spéciale pour le Mi Sao (poulet) un déliceeeee