Castillo fortificado que fue residencia real, restaurado y a menudo animado, es uno de los lugares que no hay que perderse en Yvelines
Después de que el preboste de París, Jehan Bernier, fuera nombrado "soberano informador de las Aguas y Bosques del reino" por Carlos V, tuvo que instalarse en Rambouillet y en 1368 adquirió una modesta casa solariega, que transformó en castillo fortificado. Bajo el reinado de los d'Angennes, la propiedad se amplió y el castillo fue residencia de Francisco I, Francisco II y María Estuardo, Catalina de Médicis, Carlos IX, el duque de Guisa, Enrique II y Enrique IV. A finales del siglo XVIII, Luis XVI compró Rambouillet e invitó a María Antonieta a visitarlo: el Rey encargó al arquitecto Jacques-Jean Thevenin la construcción de una lechería, donde la Reina pudo degustar los quesos de la granja vecina, donde Luis XVI había introducido ovejas merinas compradas en España. En 1804, Napoleón I decidió restaurar el ruinoso monumento, junto con su jardín y su sistema hidráulico, donde la emperatriz María Luisa se refugió diez años más tarde. El castillo fue sucesivamente residencia de Luis XVIII y Carlos X y, aunque no interesó a Luis Felipe, fue ocupado por diferentes inquilinos entre 1834 y 1852, fecha en la que Napoleón III volvió a inscribir la finca en la lista civil, aunque no vivió en ella. En 1896, se convirtió en residencia de verano y de caza de los Presidentes de la República. Hoy en día, la finca es una visita obligada en la región de Yvelines y, de hecho, en toda la región parisina. Se anima regularmente y ha sido objeto de importantes obras de restauración para devolverle su antiguo esplendor. Una visita obligada en Rambouillet
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Opiniones de los miembros sobre CASTILLO DE RAMBOUILLET
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Un très beau château à visiter avec une grande histoire.
À la fois une demeure royale, impériale et présidentielle.
Il s’agit d’une ancienne forteresse médiévale, le château de Rambouillet est peu à peu transformé en demeure de plaisance et agrémenté d’élégants décors par ses illustres propriétaires.
Les espaces dévoilés aux visiteurs témoignent de cette riche histoire : devenu lieu d’expositions, l’appartement d’apparat de la famille des Bourbon-Penthièvre offre au regard du visiteur un élégant décor de boiseries rocailles des années 1730. Puis au détour des couloirs, la salle à manger des présidents rappelle la place du monument dans notre histoire contemporaine avec la reconstitution de la table dressée en 1975 à l’occasion de la réunion du premier G6.