Una dirección muy atractiva con una pequeña y crujiente terraza con mesas redondas y sillas de colores.
¿Mademoiselle Raymonde? ¿Salida de una película de Lautner? No, sin embargo la dirección es muy engrasada, pero sin fisuras; te gusta lo que es: sin rodeos, "naturaleza" y naturaleza,¡no te falta! Una pequeña terraza croquignolette en mesas redondas y sillas coloreadas; los globos de luz en la sala, a veces nos hallamos un poco apretados unos contra otros, un éxito forzado, pero es de la convivencia más, rápidamente encontrada desde el aperitivo o el primer sorbo de cerveza. En la mademoiselle Raymonde, como se indica en la fachada, se puede beber, comer y divertirse, un programa Montmartres puro jugo. La clientela es bastante joven y desenfadada, invadiendo la terraza por la noche tan pronto como sea bonita: se habla, se agita un poco en torno a un aperitivo, rilejeas, una "entrada" en materia antes de las cosas serias o más bien felices, ya que… una hilera de propuestas en pizarra negra da el tono con denominaciones no controladas pero rigolitas: ensalada biqueta mi amor, desfile de ficuetas… La carta es cambiante pero no el humor siempre en el bonito fijo. En el pulgar: club sándwich de pan completo o tortillas para huevos orgánicos. También puedes ir más lejos en torno a una botella de verduras asadas, de pollo granjero o de un confito de pato, y allí se impone una buena copa de vino. Está bien preparado y bien, el servicio agradable y los clientes están encantados de estar aquí. Una dirección que ahora tiene sus "addictos" y es merecida.