LA RUTA DEL BIÈVRE
El curso de La Bièvre, un pequeño río que serpentea por los distritos y .
Esta calle puede parecer como cualquier otra, pero también es testigo de un elemento natural casi desaparecido: el Bièvre. Hace cien años, el Sena no tenía el monopolio del agua Nacido en los Yvelines, el río Bièvre desembocaba en el Sena cerca de la Gare d'Austerlitz, proporcionando agua potable a los primeros parisinos en el siglo XI y un lugar ideal para los molinos de agua. En el siglo XIV, tintoreros y curtidores se instalaron en sus orillas. La fábrica de los Gobelinos también debía mucho al río para sus actividades industriales. Sin embargo, el Bièvre tuvo un triste destino La urbanización excesiva y la explotación irracional del desafortunado río lo convirtieron en un pozo negro contaminado, portador de las peores epidemias. El barón Haussmann, preocupado por la calidad de vida de los parisinos, mandó hormigonar y enterrar el río que tantos servicios había prestado. Hoy, algunas placas conmemorativas y lugares como esta calle nos recuerdan el Bièvre. Pero la esperanza de volver a ver el Bièvre al aire libre no está perdida Conscientes del patrimonio natural único que representa, los poderes públicos han decidido, en la medida de lo posible y en un entorno urbano extremadamente limitado, permitir que su curso vuelva a estar al aire libre: es el caso, por ejemplo, entre Arcueil y Gentilly. En París existe la voluntad, pero ¿es posible?