J.-P. GÉRARD
La cola delante de esta panadería auténtica atestigua su éxito. El ritmo es sostenido para servir lo antes posible a los amantes de pequeños placeres dulces, macarons por caja de 8, bonitos envasados, o de los Ispahan, macarones rellenos con frambuesa, sin olvidar las tartaletas con profiteroles para los aficionados al chocolate. Una delicia para los ojos y las papilas. Una vitrina ofrece fórmulas para el mediodía, con ensaladas inéditas con lentejas coral-huevos escalfados por ejemplo. En este establecimiento se atiende al cliente, y la apariencia del lugar, con un personal uniforme. Es limpio y claro, con como telón de fondo el trabajo de los artesanos horno horno que se observa por detrás del vidrio, con total transparencia. En la calle Urbain-IV, paralela, otra tienda Gérard permite repartir un poco la afluencia: el vals de los clientes rue Émile-Zola tiene motivos para asustar.