LE ROYAL HOTEL * * *
Hotel-restaurante al pie de la estación de tren con habitaciones atractivas y bien equipadas
El Royal Hotel, al pie de la estación, conserva esta fachada de los hoteles antiguos, donde las paredes se amontonan con cuadros y esculturas. Algunos encontrarán en este lugar la elegancia de las alfombras en las escaleras, las tradiciones. Otros lamentarán la falta de modernidad o de toque reactualizado. Hay habitaciones con aire acondicionado. Las habitaciones, seductoras y muy bien acondicionadas, no tienen florituras, pero la comodidad de estas habitaciones es suficiente para sí misma: baño, ducha, WC, teléfono, televisión plana y wifi gratuita. La restauración conserva el mismo espíritu, con quesos y carros de postres. Los platos son refinados, el velouté de topinambores para esperar, pero lamentamos que el personal esté más que reducido los domingos. El Royal pertenecía a estos restaurantes, en los que se venía en familia sin reservas. Grandes manteles blancos, entrantes y platos a la altura de un gastronómico, entre los que se incluye una pita de bogavante, rapaz y verduras, bonita con su hojaldre en campana, o carnes flambadas ante la ciruela de Troyes… Para los postres estamos más reservados. La isla flotante, la Charlotte no tiene nada de excepcional. Es una lástima terminar una comida en esta nota. Cuidado con pedir antes del pedido lo que no está disponible en plato o en vino porque a veces puedes descontarte. El servicio está a la altura del lugar, muy elegante.