Restaurante que ofrece platos sencillos, presentados en una pizarra a modo de mantel individual.
Comer en Le Damier es como adentrarse en la historia de la ciudad de Tricasse. El comedor está revestido de ladrillo rojo y sillar, restos del siglo XVII descubiertos durante la restauración del establecimiento. Sin embargo, las paredes no lo son todo, y al mobiliario no le vendría mal una pequeña renovación. La comida es sencilla, presentada sobre una pizarra a modo de mantel individual. La decoración puede parecer un poco fría debido a la altura de la sala, y el ruido es un poco sofocante los días de mucha afluencia, pero eso es todo lo que podemos decir en contra del establecimiento. El servicio es discreto pero no siempre de primera. Avísenos si tiene limitaciones de tiempo. Después, déjese seducir por las piruletas de rábano, los ratones de cordero, los profiteroles de praliné... Un buen lugar para evitar las trampas para turistas.
Jolie ambiance même si mal cette salle est malheureusement mal insonorisée
Cette dernière est vraiment magnifique
Les plats sont vraiment fins
Bon rapport qualité/prix
Je recommande vivement