Es una de las crepes de las calles peatonales cruzando la calle Molé. Las mesas, bastante pequeñas, están cerca y son poco adecuadas para la discreción. Digamos que las tortas son buenas, sin ser excepcionales, y las crepes, aunque a veces un poco cargadas. Se proponen helados, pero nos gustaría más perfumes. Sobre todo, la acogida merece ser trabajada. La camarera, única a la hora de deshacerse, conduce al consumo de bebidas con una falta de diplomacia. En cuanto al jefe, que parece más observador que cerca de la clientela, te niega la tarjeta bancaria sin reservar por debajo de 10 euros cuando pasas a la caja, con el pretexto de que está inscrito… detrás de la caja. En resumen, un plato no hace todo para conquistar a su público y más productos trabajados serían bienvenidos.
Galettes adaptées à la saison de Noël.
Merci à tous le personnel de la crêperie
On y mange très bien et le personnel est très sympa, dont Kelly qui a toujours un mot gentil et le sourire ????
Copieuses et délicieuses.
Personnel très sympa.
Bravo