CASTILLO DEL FORD
Castillo de recreo renacentista con torre imperial de pizarra, biblioteca y salones.
Castillo único en plena naturaleza, esta mole blanca de piedra de toba destaca admirablemente sobre un fondo de verdor que le confiere un aire mágico e irreal. Construido sobre los cimientos cuadrados de un campamento romano, luego fortaleza medieval que resistió los ataques normandos, el castillo se convirtió en residencia de placer durante el Renacimiento. Cuenta la leyenda que una de las torres se construyó sobre un antiguo dolmen y que estas creencias pudieron dar al lugar su nombre, Péan, en recuerdo del dios Pan y sus poderes curativos... La cantería es refinada, en particular la torre "imperial", rematada con una campana de pizarra. La arquitectura está marcada por la delicadeza de las esculturas, las matacanes y las pilastras que enmarcan los vanos. Las vigas del tejado son imponentes. Se puede visitar la capilla, el paseo parapetado, la biblioteca y los salones. La visita (guiada) está repleta de anécdotas y personalidades que se han cruzado en el camino del castillo, como Frédéric Chopin, que vino como vecino y debió de tocar en el piano del gran salón. Las colecciones y riquezas de la biblioteca son, como el propio castillo, a escala humana, y todo visitante querrá sentirse un poco como un escudero en esta residencia cargada de historia, pero que nunca resulta opresiva. Si le gusta la tecnología, la presentación audiovisual de la historia del castillo fue creada por el propietario de Le Gué-Péan, uno de los diseñadores de Futuroscope. Una razón más para visitarlo