CHATEAU DE CHEVERNY

Esta magnífica finca está vinculada a la misma familia, los Hurault de Vibraye, desde hace más de seis siglos.

Cheverny no puede visitarse como un simple monumento, sino como una casa familiar. En efecto, esta magnífica propiedad está vinculada a la misma familia, los Hurault de Vibraye, desde hace más de seis siglos. Los actuales propietarios, los marqueses de Vibraye, perpetúan fielmente esta larga tradición de la forma más hermosa: viviendo aquí. Ocupan una de las alas de los mayores castillos privados aún habitados del Valle del Loira y abren el resto al público para una visita que dista mucho de la de las grandes residencias reales que privilegian la exhibición del poder del soberano más que el bienestar de sus habitantes. Desde el momento en que se entra, se siente que se trata de un castillo vivo y esta impresión se refuerza a lo largo de la visita por el ambiente que reina en él. La primera fortaleza, construida hacia 1500, dejó pocos vestigios y fue sustituida en 1624 por esta joya de la arquitectura clásica, toda en piedra de Bourré, una piedra de toba con cualidades excepcionales que se endurece y blanquea con el tiempo. Adornada con bustos de emperadores romanos, su admirable fachada de perfecta simetría es reconocible entre todos. La armonía continúa en el interior con la extraordinaria escalera Luis XIII, las esculturas, los cuadros y, por supuesto, el mobiliario, pues en un castillo que siempre ha estado habitado, los tesoros de mobiliario se han acumulado a lo largo de los siglos. Cheverny sirvió de modelo a Hergé, que utilizó la parte central para diseñar el castillo del capitán Haddock, Moulinsart. Incluso el peldaño roto de la gran escalera de Les Bijoux de la Castafiore procede de Cheverny Este estrecho vínculo ha llevado a la finca a inaugurar la exposición permanente que sumerge a grandes y pequeños en el universo de Tintín. No se pierda la obra de un precursor del cómic, Jean Mosnier, que en el ^siglo XVII reprodujo las aventuras de Don Quijote en treinta y cuatro paneles. Si el interior es notable, el exterior no lo es menos, con el parque de árboles centenarios que se puede descubrir en barca o en coche eléctrico, y sus seis jardines temáticos: el huerto, el jardín del amor, el jardín de los aprendices, el jardín de los tulipanes con sus 500.000 flores, el jardín dulce con su huerto lleno de sabores y el laberinto que permite perderse en medio de los laureles. No se pierda la alimentación del centenar de perros de la manada en temporada alta. Numerosos eventos, como el fin de semana veneciano, dan vida a los jardines de este castillo tan agradable.

Exposición permanente "Los secretos de Moulinsart".