Los inicios del cine luxemburgués y el predominio de los documentales

La primera película rodada en Luxemburgo dura 2 minutos y data de 1899. Su tema eran las fábricas de champán Mercier de Luxemburgo. Fue encargada por los hermanos Lumière y estaba destinada a la Exposición Universal de 1900. Los documentales han desempeñado durante mucho tiempo un papel importante en la industria cinematográfica luxemburguesa. Pero a pesar de los esfuerzos y el talento de varios cineastas, los documentales realizados en los años veinte permanecieron en gran medida aislados. En 1930, René Leclère, originario de Luxemburgo, rodó en Bruselas Un clown dans la rue, una película muda. Desgraciadamente, las copias y los negativos han desaparecido. Otro nombre a recordar de los años 30 y 40 es Pierre Bertogne. Rodó varias películas en 16 mm, en particular sobre acontecimientos históricos de la época. Después de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1979, el cineasta Philippe Schneider detentó el monopolio de la producción luxemburguesa, rodando una treintena de documentales, además de películas publicitarias y turísticas. Aunque a finales de los años 60 algunos franceses decidieron rodar películas en Luxemburgo para eludir la reglamentación francesa en vigor, muy pocas películas destacaron. Destaca, sin embargo, una película: More (1968), de Barbet Schroeder, película de culto de la generación hippy, sobre un joven alemán y una americana que experimentan juntos los placeres y, sobre todo, el infierno de las drogas.

El punto de inflexión en 1989 y la aceleración de la producción a partir de los años 90

En 1989, con motivo del 150 aniversario de la independencia del país, el gobierno decidió invertir 15 millones de francos luxemburgueses en la producción de Schacko Klak , de Paul Kieffer, adaptación cinematográfica de la novela homónima. Narra la infancia del autor Roger Manderscheid cerca de la capital luxemburguesa durante la Segunda Guerra Mundial. La película fue muy bien recibida por el público. Fue también durante este año crucial cuando el gobierno decidió desarrollar el sector audiovisual creando el Centre National de l'Audiovisuel. En la década de 1990 se produjeron varios hitos. En 1992, la película Hochzäitsnuecht, de Pol Cruchten, se convierte en el primer largometraje luxemburgués que se proyecta en el Festival de Cannes. Ocho meses más tarde, recibió el premio Max Ophüls en Saarbrücken. Desde entonces, varias coproducciones luxemburguesas han aparecido en festivales internacionales. Entre ellas, Une liaison pornographique de Frédéric Fonteyne (1997), Kirikou et la sorcièrede Michel Ocelot y L'Ecole de la chairde Benoît Jacquot (1998), y Jaime de Antonio-Pedro Vasconcelos (1999).

Los años 2000

Cada año se realizan en el Gran Ducado unos quince largometrajes, la mayoría de ellos coproducidos con empresas extranjeras. Algunos están ambientados en Luxemburgo. Entre ellos, Der neunte Tag (2004), del alemán Volker Schlöndorff, y Retour à Gorée (2007), del suizo Pierre-Yves Borgeaud, parte de cuyo viaje del héroe transcurre en la abadía de Neumünster, en la ciudad de Luxemburgo. Le Club des chômeurs (2001) y La Revanche(2004) se alejan de los tópicos y las sombrías representaciones de la vida social luxemburguesa. Para completar esta panorámica del cine luxemburgués, mencionemos la coproducción Mr Hublot (2013), de Laurent Witz y Alexandre Espigares, la primera película en 3D realizada en Luxemburgo y ganadora del Óscar al mejor cortometraje de Hollywood en 2014. Gutland (2018), drama dirigido por Govinda Van Maele, cuenta la historia de un misterioso forastero alemán que llega a un pequeño pueblo de la región. Por último, Läif A Seil (2023) es la película más cara jamás rodada en lengua luxemburguesa: 4,9 millones de euros. Dirigido por Loïc Tanson, este western sigue a Hélène, una joven que regresa a su aldea natal para vengarse de la tiranía de una familia patriarcal. La película ha sido seleccionada para representar a Luxemburgo en los Oscar y los Goya 2024.