CULTO DEL DIVINO ESPÍRITU SANTO

Posiblemente, cabe situar su origen en el Sacro Imperio Romano Germánico, bajo el reinado de Otón IV, entre 1197 y 1218. Más tarde, en 1296, la reina Isabel de Aragón invitó a un pobre a ocupar su lugar en el trono y ser servido por ella en la capilla de Alenquer.

Al Espíritu Santo se le atribuyen varios milagros: en 1761, una gran colada de lava tras la erupción de un volcán en la isla de Terceira, en la sierra de Santa Bábara, habría sido desviada por una corona colocada en el camino; tras la erupción de 1808 en São Jorge, que destruyó Urzelina, una casita habría quedado intacta porque albergaba el vino que debía ser distribuido el día de Pentecostés. Lo más curioso es que la fe en el Espíritu Santo va de la mano de una íntima creencia en los castigos divinos si no se respeta su voluntad.

Durante siglos, la Iglesia ha intentado siempre prohibir algunas fiestas profanas para «moralizarlas» ; amenazaba con excomuniones o imponía multas financieras. Estas censuras acabaron con las fiestas durante toda la primera mitad del siglo XVII. Hubo que esperar hasta 1655 para que volvieran a ser autorizadas, bajo los auspicios del conde de Ribeira Grande, don Manuel da Câmara.

Este increíble culto se ha extendido por todas las islas, con más o menos fervor o símbolos. Tradicionalmente, se celebra el séptimo domingo después de Pascua y puede repetirse.

En todas partes hay impérios, los «imperios» del Espíritu Santo, sobrios en general, excepto en Terceira, donde a veces son mucho más fantasiosos y coloridos. Su forma cúbica, especialmente en Terceira, recuerda a la Jerusalén Celeste, que sugiere la misma perspectiva en proyección ortogonal. Los frontones suelen cumplir una función edificante: en casi dos tercios del conjunto de los imperios de esta isla encontramos un triángulo en los ángulos específicos, símbolo del Delta luminoso que podría acreditar las influencias masónicas.

Un anexo al lado, llamado despensa, sirve para almacenar el pan, el vino y todo el material utilizado durante las celebraciones. La Irmandade es una asociación que agrupa a todas las personas implicadas en la realización de las diferentes ceremonias.

La figura principal es el emperador (elegido por sorteo), cuyas insignias son la corona, la bandera y el cetro de plata adornado con una paloma; tiene que exponer en su casa la corona del Espíritu Santo y rezar el rosario cada noche con su familia. El jueves será «el día de la ternera»: el ganado que se sacrificará para las limosnas se presentará ante él. El domingo, el emperador es conducido en procesión hasta el império, donde se celebra la coronación; en esta ocasión se sirve la função, la cena que el emperador ofrece a sus invitados, compuesta de sopa de pan (sopa de pão), estofado (cozido de carne), pan dulce (massa sovada), etc., acompañados de un vinho de cheiro local.

Pero hay otras figuras también importantes, como la de los mordomos (también por sorteo), que deben ocuparse del bodo, la cena que se celebra el domingo de Pentecostés y el de la Santísima Trinidad. En esta ocasión, se distribuye de forma gratuita pan y vino, originariamente a los necesitados y hoy a todos los que pasan por allí (usted mismo, por ejemplo).

Estos festines son, por supuesto, costosos, hasta tal punto que en 1597, aparentemente en São Sebastião, en la isla de Terceira, el rey decidió (en vano) prohibirlos sin más.