Los mejores museos Kazajistán

Descubra todo sobre los instrumentos musicales kazajos. El museo es interesante, con una pequeña y bonita sala de conciertos. Pero le faltan algunas explicaciones en inglés. Muchos instrumentos, en particular dombras, que pertenecieron a grandes músicos y poetas kazajos, se han recuperado para enriquecer la colección del museo. La visita merece la pena tanto por el museo como por el monumento de madera que lo alberga, una antigua catedral erigida en 1908.

El museo propone un panorama completo de la historia del país desde la edad del bronce, en un recorrido cronológico bastante bien diseñado, aunque se puede lamentar la ausencia de comentarios en inglés. Cuatro salas luminosas y con una bella scénografía, unidas por galerías, exponen más de 200.000 piezas históricas evocando a Kazajstán a través de cuatro períodos históricos. Una bonita sala está dedicada a la etnografía local, y la sala sobre el Kazajstán independiente es un buen ejemplo de propaganda política. Entre las dos, podrás relajarte en la sala dedicada a la época soviética, rica en numerosas piezas hoy. Recientemente acondicionado, un quinto hall expone periódicamente los fondos del museo que no se han expuesto nunca en los demás pabellones. El tema de este quinto hall es, pues, renovado periódicamente. En la entrada encontrarás dos tiendas de souvenirs que proponen algunos objetos artesanales y alfombras.

Al igual que el museo de Almaty, el museo regional alberga un "Hombre de Oro". Se trata de las armas y armaduras de oro de un jefe sármata descubiertas en la región de Atyrau en 1999. También hay una reconstrucción de una yurta y su interior tradicional, y un fresco que representa la región en un pasado lejano, cuando era atravesada por las caravanas de la Ruta de la Seda. Por lo demás, no hay nada realmente emocionante que descubrir.

El museo dedicado a Abay Ibrahim Kunanbayouli (1845-1904), poeta nacido en la aldea de Karaoul, en las afueras de Semey, cuando la ciudad aún se llamaba Semipalatinsk, recorre las principales etapas de la vida del que está considerado el hombre de letras kazajo por excelencia. Habiendo estudiado en Semipalatinsk, tomó todas sus clases en ruso, lo que más tarde le permitió traducir numerosas obras de los grandes poetas y novelistas rusos, haciéndolas accesibles a los kazajos. Como miembro del panteón de las grandes figuras nacionales, su museo está lógicamente bien dotado, y los visitantes podrán explorar las salas y pasillos dedicados a la infancia, las influencias y la obra literaria de Abaï, y familiarizarse con un autor poco conocido que nunca ha sido traducido en Francia. Su genealogía, sus escritos, sus compañeros de viaje y su familia se presentan detalladamente, y luego se relacionan con sus poemas. También hay una serie de dibujos que evocan pictóricamente los temas de los cuentos y poemas de Abaï. Pero son sobre todo sus discursos morales los que siguen siendo muy valorados por los kazajos hoy en día, tanto en la enseñanza como en la educación de los niños y, más en general, en la vida cotidiana. La visita termina con una pequeña reproducción de un interior kazajo ^{del siglo XIX}, con cama, sillón, escritorio y armarios. Por desgracia, no hay traducción de los comentarios, que están todos en ruso o kazajo. Solicite la visita guiada para apreciar plenamente la visita.

El Museo de Bellas Artes de Semey, inaugurado en 1985 gracias a la donación de un rico mecenas ruso, contaba entonces con 500 cuadros procedentes de Rusia y Europa. Tras un cuarto de siglo de ampliación, el museo se ha convertido en uno de los mayores de Kazajstán, y sin duda uno de los más interesantes, con más de 3.000 pinturas, esculturas y otras obras de arte reunidas en Kazajstán, Rusia, Italia y Francia. Todas datan de los siglos ^XVI y ^XVII. Una auténtica bendición para los amantes del arte en un país con relativamente pocos museos de este tipo

El museo se identifica, retranqueado de la plaza principal, por la escultura en relieve del gran escritor con barba en la parte moderna del edificio; está junto a la pequeña casa de troncos que ocupó el teniente Dostoievski entre 1854 y 1859. Sobresale lo suficiente de la arquitectura circundante como para llamar la atención. A la derecha hay una estatua de Dostoievski en uniforme, charlando con Shokan Valijanov, etnólogo e historiador kazajo, contemporáneo del escritor ruso y considerado el padre de la historiografía kazaja moderna. Ambos se conocieron en Omsk y entablaron una estrecha amistad que perduró a pesar del exilio de Dostoievski.

El museo, ubicado en un bello entorno con paredes decoradas con grandes páginas de puño y letra de Dostoievski, expone principalmente fotografías de época y una serie de libros que marcaron, influyeron o inspiraron al autor ruso, así como a Hugo, Byron y Balzac. Semey también ocupa un lugar destacado, con una maqueta histórica de la ciudad y fotografías en blanco y negro de sus principales monumentos. En el centro de la exposición, un espacio evoca el mundo del Gulag. Hay dibujos de Korsakova y Tolkacheva, que representan con intensidad los rostros de los prisioneros.

La visita concluye con un breve recorrido por la casa de Dostoievski, que consta de un vestíbulo adyacente a un pequeño dormitorio, una sala de estar y un estudio. Se han colocado muebles de época para recrear el mundo cotidiano de Dostoievski durante los cinco años que pasó en Semey.

Los taxis a Fort-Shevchenko salen de la estación de autobuses de Aktau, al norte de la ciudad.

Son 250 km de ida y vuelta, pero merece la pena. El fuerte se alza en la punta de la península de Mangyshlak. Un pequeño museo local alberga numerosas obras del gran poeta ucraniano exiliado a orillas del Caspio. El paisaje circundante es perfecto para pasear, siempre que se ignoren las compañías petroleras que ocupan parte de la costa. Todo es muy fotogénico.

Merece la pena visitar el museo para descubrir los resultados de las numerosas excavaciones arqueológicas realizadas en los alrededores de Aktau, sobre todo en el yacimiento de Mangistau. Hay que pedir explicaciones al personal del museo, ya que la presentación de los objetos es un poco deficiente. Por lo demás, las colecciones de pequeños objetos cotidianos de los siglos ^XIX y ^XX y de animales disecados no son especialmente interesantes. Los aficionados a los minerales estarán encantados con los fragmentos de meteoritos y piedras semipreciosas recogidos aquí y allá en la estepa.

Cuando uno llama al timbre del museo, tiene la sensación de estar entrando en una casa particular. Pero la conservadora, Madi Jasekenov, siempre está encantada de recibir visitas, y será inestimable para los visitantes de habla rusa. El museo se centra en la historia de la ciudad de Aralsk, hasta el declive de los años setenta. Las fotos de época son interesantes y permiten compararlas con el aspecto actual de la ciudad. No hay que perderse la sección dedicada a las obras de artistas que se han inspirado en los melancólicos paisajes dejados por la desaparición del mar.

Varias familias se han unido para crear un museo del águila, donde se pueden admirar varias aves, incluidas águilas reales, y aprender a adiestrarlas. Los perros también hacen impresionantes demostraciones. Los turistas son bienvenidos en invierno, entre finales de noviembre y principios de marzo, durante la temporada de caza. Si desea profundizar más y seguir a los cazadores a caballo, puede negociar un precio para quedarse unos días. Una experiencia inolvidable

Este museo recorre la historia militar del país, con abundantes imágenes y carteles de propaganda, que son probablemente los elementos más interesantes para un extranjero. El lugar carece radicalmente de explicaciones en inglés, y la sucesión de retratos de generales locales deja un poco indiferente. Es una pena, porque la colección del museo, de más de 6.000 piezas -pinturas, armas, armaduras y uniformes-, se beneficiaría de una puesta en valor.