Progreso y declive del cine peruano

En 1960, Kukuli se convirtió en la primera película rodada en quechua. Dirigida por Eulogio Nishiyama, Luis Figueroa y César Villanueva, narra una historia andina. Armando Robles Godoy fue el primer director de la nueva ola peruana, inspirada en las grandes figuras europeas de la época (Resnais, Antonioni). Produjo dos obras maestras inspiradas en sus años de vida en el corazón de la selva: En la selva no hay estrellas (1967, Premio de Oro en Moscú) y La muralla verde (1969, Hugo de Oro en Chicago).

En 1972, un nuevo gobierno militar, aunque reformista, estableció un marco legal para fomentar la producción nacional. En los años siguientes, dos directores se interesaron por los pueblos andinos, Luis Figueroa, con Los perros hambrientos (1976) y Federico García Hurtado, con Tupac Amaru (1984). La década de 1980 vio también nacer al grupo Chaski, formado por Alejandro Legaspi, Fernando Espinoza y Stefan Kaspar, que realizó dos películas que retrataban a los niños de la calle de Lima: Gregorio (1982) y Juliana (premio Unicef en la Berlinale de 1989).

La década de 1990 estuvo marcada por un fuerte declive, debido a la derogación de la ley introducida por el gobierno en 1972. Sin embargo, la reactivación comenzó a principios de la década de 2000. En muchas de las principales ciudades de Perú aparecieron multicines junto a centros comerciales. Su programación es principalmente de cine estadounidense. En Lima, sigue habiendo algunos festivales importantes e interesantes con un enfoque más específico.

Un país marcado por los conflictos armados

El cine se centra en la historia reciente, cuyas heridas aún no han cicatrizado. Magallanes(2015), de Salvador del Solar, que compitió en los Goya, presenta una galería de personajes que deben enfrentarse a los fantasmas del conflicto armado que sacudió Perú en los años 80 y 90, cuando Sendero Luminoso se hizo guerrillero en la región de Ayacucho. Más recientemente, La Hora Final (2017) repasa la operación que decapitó a la organización paramilitar más conocida del país.

La Gueule du Loup (1988), de Francisco Lombardi, también narra los violentos enfrentamientos entre el ejército peruano y la facción Sendero Luminoso del Partido Comunista Peruano. Fue premiada en La Habana y San Sebastián. Claudia Llosa es una de las figuras más destacadas del cine peruano. Ganó el Oso de Oro de la Berlinale por su película Fausta en 2008. Narra la historia de una joven marcada por los sucesos de Sendero Luminoso. Se proyectó por primera vez en febrero de 2009 en la 59 edición del Festival de Cine de Berlín, donde fue galardonada con el Oso de Oro, y fue nominada a los Oscar 2010 en la categoría de Mejor Película Extranjera. Anteriormente dirigió Madeinusa en 2006. En 2014, firmó Aloft con Jennifer Connelly, Cillian Murphy y Mélanie Laurent, a la que seguirá Fever Dream, un thriller de cine negro en 2021.

Días de Santiago (2004), de Josué Méndez, cuenta la historia de un joven soldado peruano que regresa del frente y se encuentra en medio de la capital, donde su moral choca con su recta formación militar.

Más recientemente, Canción sin nombre (2019) narra las desventuras de una mujer que da a luz durante los sucesos de los años ochenta. La clínica que la había atendido se niega a decirle dónde está su hijo, así que ella investiga con la ayuda de un periodista. Por último, Tatuajes en la memoria (2024), de Luis Llosa, con guión de Mario Vargas Llosa, aborda el adoctrinamiento de los niños durante la época terrorista.

En cuanto a documentales, El Choque de Dos Mundos (2016), de Heidi Brandenburg y Mathew Orzel, repasa un acontecimiento reciente de la historia peruana, el Baguazo, un enfrentamiento entre las comunidades indígenas awajún y soldados del ejército peruano a los que se ordenó atacar.

Tendencias del cine contemporáneo

En 2018, Ayacucho vuelve a estar de actualidad con una película de Álvaro Delgado-Aparicio titulada Retablo (Mon père, en francés). Aquí nos adentramos en el mundo de los artesanos que fabrican retablos, las pequeñas chozas de madera con dos puertas que esconden personajes y una historia tallada en harina de níspero y papa. Esta coproducción internacional, seleccionada en Sundance y la Berlinale, evoca la homosexualidad reprimida de un padre y la difícil apertura al mundo de un pueblo andino enraizado en sus tradiciones pero frágil ante la modernidad.

Contracorriente (2009, premio San Sebastián), de Javier Fuentes León, cuenta la historia de Miguel, que vive en el pueblo pesquero de Cabo Blanco, al norte del país. En este mundo tradicional, mantiene un romance oculto con un pintor, Santiago. Cuando Santiago muere, se le aparece su fantasma y prosigue su romance con él durante un tiempo. Pero el pueblo se entera del romance y la mujer de Miguel le abandona.

Una tendencia más comprometida, reconocida por festivales en el extranjero, se dirige hacia películas de autor que se centran en los Andes y el modo de vida rural. Entre ellas, WinayPacha (2017), rodada íntegramente en aymara, y Yan-Wara , del mismo equipo. Willaq Pirqa (2022), de César Galindo, aclamada por muchos como un homenaje a Cinema Paradiso, narra el descubrimiento del cine a través de los ojos de Sistu en los años setenta. La película fue nominada al Goya. Más recientemente, Kinra, el viaje de Atoqcha (2023) ganó la competición internacional del Festival de Mar del Plata. La película narra la migración de Atoqcha a la ciudad de Cusco y su apego a sus raíces andinas y a su pueblo. Cielo abierto (2023), otra película de autor sobre el distanciamiento entre un padre cantero y su hijo, se estrenó en el Festival de Rotterdam. Por último, Érase una vez en los Andes (2023) se estrenó en el Festival Internacional de Cine de la India (IFFI). Película de época, narra la historia de amor entre una campesina andina y un soldado chileno. Muchas de estas películas de autor siguen siendo confidenciales y poco conocidas en el territorio nacional.

En un país con una política de apoyo a la cultura relativamente débil, hay mucha creatividad documental que agradecer. Sigo Siendo, de Javier Corcuera, es un homenaje al folclore y a la música, mientras que Pacificum (2017), de Mariana Tschudi, es una oda al océano Pacífico. Películas comprometidas del equipo de Ernesto Caballos Damián y Guarango Producciones, entre ellas Hija de la Laguna (2015), sobre el conflicto del agua en Cajamarca y el respeto a la Yacumama (madre-agua en quechua). Wändari (2023) aborda la devastación causada a los pueblos indígenas por la minería ilegal en la Amazonía.

Por último, en los últimos años, las comedias peruanas han cosechado un gran éxito: Asu Mare, de Carlos Alcántara (más de 3 millones de espectadores), que luego ha sido adaptada en varias versiones, Viejos Amigos, de Fernando Villarán, y A los 40, de Bruno Ascenzo. Sin olvidar las comedias desenfadadas de Álvaro Velarde El destino no tiene favoritos (2003) y Como quien no quiere lacosa(2013). El cine de terror también tiene sus cosechas locales, la más conocida Cementerio General en dos volúmenes.

Herzog y Kinski en Perú

Entre los grandes clásicos extranjeros figuran las obras maestras del director alemán Werner Herzog, Aguirre, la cólera de Dios y Fitzcarraldo, rodadas en Perú. En estas dos películas, el actor Klaus Kinski reveló todo el alcance de su talento y su locura. La primera película, estrenada en 1972, cuenta la historia de una expedición de aventureros españoles en busca de El Dorado en la selva amazónica en 1560, mientras que la segunda, realizada en 1982, narra la aventura picaresca de un hombre, Fitzcarraldo, que se embarca en una explotación de árboles de caucho para financiar la construcción de un teatro de ópera en Iquitos, en plena selva peruana, digno del de Manaos, en el que cantaría el gran Caruso.