Desde el primer día que llegué a Cabo Verde, tenía ampollas en los pies que me impedían mantener los zapatos puestos. Al más mínimo paso, e incluso poniéndome las zapatillas, me dolía. Así que compré sandalias porque no traje ninguna conmigo. Dos días después, hice una caminata de una semana en Santo Antão. Le pregunté al guía si creía que yo podría caminar en chancletas y me contestó que eso es lo que hacen la mayoría de los caboverdianos. No tenía ninguna confianza, pero seguí adelante, armado con mis chanclas y calcetines (porque las nuevas chanclas me rozaban la piel). Resultado: la caminata fue maravillosa y caminar con bastante facilidad. Sin embargo, los adoquines se apoyaban un poco en las plantas de mis pies, pero un médico del grupo creó unas hermosas suelas acolchadas con compresas y sparadra. También escalé el volcán Fogo en chancletas. Me tomó dos pares de calcetines para llegar allí porque la puzolana era muy abrasiva. Moralidad: si tienes un problema de calzado, siempre hay una solución a tu alcance. No puedo aconsejarte lo suficiente para que elijas tus buenas botas de senderismo en vez de sandalias. Si te haces la pregunta de la viabilidad en chancletas, habrás tenido mi experiencia para testificar que, sí, es factible.