MONT MITOKU
Inscrito como Patrimonio de Japón, el Monte Mitoku es una montaña sagrada con una historia notable y se dice que es el hogar de los kami (dioses) y los Budas. Se dice que este lugar sagrado de shugendō, una tradición espiritual milenaria de ósmosis entre el hombre y la naturaleza, tiene el don de purificar el cuerpo y la mente de quienes lo visitan. La leyenda dice que hace 1300 años, el fundador tradicional de shugendō, En no Gyōja, lanzó tres pétalos de loto al cielo y añadió: "Ve y cae donde están los dioses y los Budas". Uno de ellos habría caído en el Monte Mitoku, marcando el comienzo del vínculo sagrado entre la montaña y el shugendō. Desde esa época remota, los empinados caminos de Mitoku han sido utilizados por monjes y peregrinos que vienen aquí para purificarse. La topografía del lugar combinada con la arquitectura única de los edificios dispersos en la naturaleza le da a Mitoku un carácter poderoso y misterioso. Tradicionalmente, los ascetas solían bañarse en las aguas de Misasa antes de subir a la montaña. Según ellos, este ritual permitió intensificar el rokkon shôjô, la purificación de los seis orígenes de la percepción budista: ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente. Este ascenso todavía fascina a los peregrinos y visitantes de todo el mundo hoy en día. El camino hacia el Nageire-dō, la culminación del ascenso, es una experiencia única puntuada por caminos empinados, senderos escarpados y otros obstáculos a superar. Construido en el precipicio de una cueva excavada en la roca, el Nageire-dō es un lugar de culto fascinante y sorprendente. Es difícil de entender, incluso hoy en día, cómo una hazaña arquitectónica como esta pudo haber sido construida. El origen de su construcción podría atribuirse a En no Gyōja, quien, gracias a sus poderes budistas, lanzó el templo a la montaña. La traducción de Nageire-dō, el templo incrustado, adquiere entonces su pleno significado. Este tesoro nacional concluye el ascenso del Monte Mitoku en belleza, un ascenso que no es en absoluto descansado. Hay que aplicar ciertas reglas al pie de la letra. Es imperativo ir acompañado, llevar calzado adecuado (se garantiza un control estricto), no comer en la montaña y respetar estos lugares sagrados. Con mal tiempo, la subida está obviamente prohibida y es aconsejable viajar ligero, varios obstáculos, como raíces y cadenas para ayudar a subir, marcan la ruta.