LAC SUSPENDU D'IYAKE
A 2 horas en coche de Ibadán, el tranquilo pueblo de Ado Awaiye vive al ritmo del cultivo de la mandioca, que puede verse apilada en grandes montones junto a las carreteras. Está dominado por Oke Ado, una colina rocosa que se vuelve verde durante la estación de lluvias. Una escalera tallada en la roca guía a los visitantes hasta su cima. En el camino, uno se encuentra con una roca sorprendentemente equilibrada, cubierta de ofrendas y a veces de tela blanca: un Ishage, una piedra sagrada donde la gente invoca protección y bendiciones. La vista ya es espectacular, una vasta llanura salpicada de macizos rocosos aislados, esparcidos como por la mano de un gigante.
Tras media hora de ascenso, se descubre la cima. Entre las siluetas de los baobabs hay dos lagos naturales: Iya Alaro y, sobre todo, Iyake. Encaramado a casi 300 metros, Iyake es el centro de las leyendas locales. Se dice que lleva el nombre de una mujer ahogada durante un ritual, cuyo espíritu aún habita estas aguas. También se cree que el lago no tiene fondo: cualquiera que ose aventurarse en él desaparecerá para siempre. Se dice que un explorador blanco que vino a medir la profundidad nunca regresó. Sin embargo, el agua de Iyake tiene fama de ser medicinal: se dice que, bebida o vertida sobre el cuerpo, cura diversas dolencias y previene la esterilidad. Un poco más adelante se alza el Árbol Elefante, guardián de la zona. Disfrute de las vistas antes de volver por el mismo camino, con la memoria llena de mitos y paisajes. La MOPOL (Policía Móvil Nigeriana) recomienda una visita sin guía, no tomar el camino de noche.
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