MUSEO NACIONAL DE BAHREIN

Inaugurado en 1988, el Museo Nacional de Bahrein es pionero en la exposición de obras en el Golfo. Diseñada por la firma danesa Krohn y Hartvig Rasmussen, su refinada arquitectura responde a la calma del mar que la rodea por todas partes. El complejo consta de dos edificios con un total de 20.000 m². Incluye salas de exposiciones permanentes y temporales, una galería de arte, una zona de conferencias, una tienda de recuerdos y una cafetería.

Un grupo de estatuas contemporáneas da la bienvenida al visitante. Una vez pasada la taquilla, los pozos de luz natural acentúan las gigantescas perspectivas del conjunto. A sus pies, un mapa por satélite del reino está impreso en el suelo de mármol, ideal para hacerse una idea de la geografía del país de un vistazo. La visita comienza en la planta baja, con la magnífica limusina del anterior rey como primer objeto expuesto, que da una idea de la riqueza de la familia real.

El pabellón funerario. Para comenzar la exposición, el museo rinde homenaje a las joyas arqueológicas de Bahréin: los túmulos funerarios de Dilmun, la mayor necrópolis del mundo, con cientos de miles de cámaras funerarias que datan del primer milenio antes de Cristo. Pero las tumbas aquí expuestas no proceden sólo de estos túmulos, la más reciente data de Tylos, cuando el archipiélago pasó a estar bajo influencia griega. Desmontadas en los yacimientos arqueológicos y vueltas a montar piedra a piedra en el museo, todas las revelaciones arqueológicas de las tumbas pueden verse de un vistazo. La civilización dilmun creía en una vida después de la muerte, como atestiguan los objetos encontrados en las tumbas. Una particularidad ha desconcertado durante mucho tiempo a los arqueólogos: en cada tumba han encontrado un esqueleto de serpiente encerrado en una vasija. Estos reptiles parecen estar relacionados con la leyenda de Gilgamesh, de la que encontraremos otros ejemplos en la siguiente sala.

La sala de Dilmun. La situación estratégica de Bahréin en el corazón del Golfo Arábigo y sus numerosas fuentes de agua dulce la convirtieron en el centro del comercio entre Mesopotamia y el valle del Indo, entonces una de las civilizaciones más importantes del primer milenio d.C. Desde finales del III milenio, el archipiélago se convirtió en la capital política de esta civilización de comerciantes y artesanos. Las exposiciones recorren la cronología de esta civilización desde el Neolítico (5000 a.C.) hasta su desaparición⁽ siglo^V a.C.). En las vitrinas hay muchos hallazgos arqueológicos valiosos, como los sellos utilizados para identificar mercancías o correspondencia. Se han encontrado restos de estos sellos en Mesopotamia y la India, lo que demuestra la hegemonía comercial de este pueblo marinero, cuyos originales se han hallado en Bahrein. También se exponen esculturas y frisos que narran la leyenda de Gilgamesh, como el de la serpiente que confió al rey legendario la "flor de la inmortalidad".

La sala de Tylos y el periodo preislámico. Con la desaparición de los imperios persas, que tenían soberanía sobre el archipiélago, Dilmun cayó en el olvido. Sólo con las conquistas de Alejandro Magno y la expansión de los imperios griegos de Oriente reaparece Bahrein en la historia, con el nombre helenizado de Tilos. El país volvió a convertirse, especialmente bajo la influencia del Imperio Seléucida en los siglos III y II a.C., en un importante centro comercial entre Oriente Próximo y la India. Esta rica civilización produjo notables obras de arte y artesanía, como cristalería, cerámica, cofres de alabastro y joyería fina. Todas estas piezas arqueológicas se exponen aquí.

La sección sobre arte islámico relata la importancia del Islam en Bahrein desde los primeros años, en el siglo VII d.C., hasta el siglo XVIII, con las magníficas obras de arte que se encuentran en la mezquita de Al Khamis, la más antigua del Golfo, como eje central.

La Sala de los Manuscritos. Esta parte del museo es un homenaje a la caligrafía islámica. Como la representación humana está prohibida en el Islam, ya que aleja de Dios y se asemeja a los ídolos, los artistas musulmanes han desarrollado un arte caligráfico extraordinariamente rico y variado. Así lo atestiguan los coranes expuestos, con obras maestras de los siglos XIII y XIV. Algunos de los documentos aquí expuestos proceden de los archivos de los Al Jalifa y cuentan la historia de cómo esta familia hizo valer su poder en el siglo XIX.

Los Salones de la Tradición. Las dos secciones siguientes del museo recorren la vida cotidiana de los bahreiníes antes del descubrimiento del petróleo en la década de 1930. A veces roza lo kitsch, con sus estatuas de cera, pero el conjunto ofrece una buena panorámica de la vida cotidiana antes de la agitación de los hidrocarburos: bodas, nacimientos, celebraciones religiosas, tantos cuadros que recuerdan un pasado que parece haber desaparecido, pero cuyo legado sigue vivo. Una vida sencilla, pues, dedicada al comercio y a la pesca de perlas. Las perlas se agrupan en una vitrina, y descubrimos que hay docenas de perlas diferentes, más o menos refinadas y raras, siendo la más codiciada de todas la Dana.