SANTUARIO DE MONTEVERGINE
Santuario de altura donde se puede visitar la basílica antigua, la basílica moderna, el museo y el edificio barroco
Encaramado en el macizo del Parthenio, a 1.270 m de altitud, el santuario atrae cada año a más de dos millones de peregrinos para rezar a la Virgen María y a San Guglielmo de Vercelli, fundador del primer monasterio en el siglo XII. Hasta el siglo XV, el lugar albergó las reliquias de San Januario, patrón de Nápoles. Más tarde, al estallar la Segunda Guerra Mundial, la Sábana Santa se trasladó aquí para su custodia. La imponente y vasta estructura está ahora ocupada por monjes benedictinos. Se puede visitar la basílica antigua, la basílica moderna y el museo, y disfrutar del amplio panorama: en un día despejado, se puede ver hasta la isla de Ischia.
La basílica antigua. Construida en la primera mitad del siglo XVII por el arquitecto napolitano Gian Giacomo Conforti, sustituyó a la iglesia fundada por San Guglielmo. El portal, sin embargo, es más antiguo: de estilo gótico, data del siglo XIII. En el coro, el altar mayor está cubierto de mosaicos florentinos en piedras preciosas, y la sillería del coro está tallada en madera del siglo XVI. La capilla de la Madonna di Vercelli contiene una pintura sobre madera del siglo XIII de la Virgen con el Niño, que ha sido objeto de intensa devoción durante siglos.
La basílica moderna. Las reliquias de San Guglielmo di Vercelli se conservan bajo el altar de este imponente edificio, iniciado en 1952.
El museo. Alberga algunas piezas muy interesantes, en particular esculturas y bajorrelieves de época romana y medieval: sarcófagos, figuras yacentes, muebles y un Cristo de madera del siglo XIII. La colección de pinturas incluye obras de algunos de los grandes nombres de la pintura regional, como Luca Giordano y Andrea Vaccaro, así como copias de época de cuadros de Caravaggio y Veronese. También se expone mobiliario litúrgico.
Palacio abacial de Loreto. En el valle de Mercogliano, es un magnífico edificio barroco del siglo XVIII diseñado por Domenico Antonio Vaccaro. Sólo se puede visitar una parte de la planta baja y la farmacia, con su colección de jarrones de mayólica (sólo los sábados por la tarde y los lunes por la mañana con cita previa); el resto del edificio sigue ocupado por monjes que siguen una disciplina de clausura. No se pierda el armonioso cortile, donde a veces se celebran conciertos de música clásica.