En Carolina del Norte, una de mis actividades favoritas es subir para admirar el bosque hasta donde alcanza la vista. A menudo fotografiado por guías locales, el Domo de Clingmans es el lugar ideal para disfrutar de esta vegetación virgen. Todavía recuerdo la emoción que sentí y la sensación de libertad cuando, después de un breve ascenso por la inmensa estructura que atraviesa el dosel, me encontré sobre el infinito valle boscoso formado por el relieve tallado de los Apalaches. A veces, los picos se ahogaban en una espesa niebla azulada que daba a esta cordillera de los Apalaches su nombre de "montañas humeantes".