MUSEO DE SKAGEN (SKAGENS MUSEUM)
Museo diseñado por el arquitecto Ulrik Plesner, que contiene una colección de 1.800 obras: pinturas, dibujos, esculturas, etc.
La ciudad de Skagen ocupa un lugar importante en la renovación de la pintura, ya que muchos artistas de finales del siglo XIX vinieron a vivir a Dinamarca. Llegaron aquí en busca de una luz especial y de nuevos motivos: el trabajo de los pescadores, la naturaleza, la vida social de los propios artistas... Esto se corresponde con el periodo de los movimientos naturalista e impresionista en toda Europa. El museo fue creado en 1908 y diseñado por el arquitecto Ulrik Plesner.
En esta colección de 1800 obras —pinturas, dibujos, obra gráfica, esculturas y también cerámicas de Krohg— sobresalen los trabajos de Michael y Anna Ancher, Cad Locher y Peder Severin Krøyer (incluida una sala dedicada a sus bocetos y estudios). Todos estos artistas y sus amigos pueden reconocerse sentados alrededor de una hoguera de San Juan en el verano en 1906 en un gran cuadro de Michael Ancher.
El museo ha adquirido un cuadro del escritor Holger Drachmann (está enterrado en las dunas de Grenen y también se puede visitar su casa en Hans Baghs Vej, 21): Jardín en la tormenta de Skagen (1902-1905). El dramaturgo era miembro habitual del círculo de pintores de Skagen, para quienes posó varias veces.
Una pequeña sala está dedicada a los cuadros que Krøyer pintó en Saint Malo y Cernay la Ville (Francia), entre ellos el pequeño retrato de Hijo de pescador de Saint Malo (1877). Por último, la visita concluye en el comedor de la posada Brøndums y sus pinturas incrustadas en la carpintería.
Riche collection de peintres indigènes très respectables, aux talents néanmoins bien en deçà, de ceux de leurs homologues français à la même époque. L'accent est mis sur la mer et les pécheurs et sur les portraits. Deux belles exposition temporaires étaient présentées lors de ce mois d'août , notamment une sur les impressionnistes français du musée Marmottant. Prévoir deux bonnes heures pour tout déguster. La visite se termine , bien sûr, par le passage obligé par la boutique du musée, où, entre catalogues et bimbeloterie chinoise, on peut acheter des sardines portugaises à 8 euros la boîte. A quand les harengs fumés ?