SIX SENSES ZIGHY BAY * * * * *
Es, en primer lugar, un lugar de excepción, una amplia bahía totalmente rodeada y protegida de montañas abruptas. Tan exclusivo que sólo se puede alcanzar por el mar (en barco a motor), por una pista (en 4 x 4) o-¿deberíamos callar para mantener el efecto sorpresa? - por el aire, en parapente. Increíble sensación de descubrir un lugar de arriba y ponerse delante de la puerta de su habitación como un pájaro… Es también un concepto: ecolo, con efecto mínimo sobre el medio ambiente. A un lado de la bahía, un pueblo de pescadores, por otro, el establecimiento hotelero… pero¿puedes utilizar una terminología tan banal? Diseñado para fundirse en su lugar natural, el hotel se presenta como una aldea de chalés de piedra y madera, construida casi exclusivamente con materiales locales. A merced de las alamedas de arena fina, en las que no es raro ver una cabra, se circula a pie o en bicicleta, en un silencio profundo apenas perturbado por el sonido de las olas y el fragmento de las piscinas privativas de desbordamiento. Las villas para 2 ó 4 se dividen en tres hileras desde la orilla hasta el nacimiento de los primeros cuchillos, donde el vestíbulo y el restaurante, dominados por una torreta, toman aires de fortaleza omaní. En el interior, el mobiliario de estilo rústico elegante juega sobre el calor de la madera en bruto y de la piedra estilo tadelakt, con sólo unas telas de lápiz colorido para despertar los dominantes ocre. Una armonía sensual, todo en curvas, encalada como los gbos individuales para la siesta… El restaurante, donde se puede saborear una sutil cocina fusión, se prolonga en la terraza visual sobre las aguas azules del Golfo, y el Spa Six Senses distilla de cuidados ouatosos, al diapasón de la serenidad ambiente. La larga playa de arena fina invita a largos paseos contemplativos y se encuentra la zentud de un Robinson fracasado en un sueño…