MONT FILERIMOS
El lugar está enclavado en un entorno verde y cuenta con una fuente y una iglesia.
Una sinuosa carretera lleva hasta el emplazamiento de la acrópolis de la antigua Ialyssos, de la que no queda mucho: enclavado en un verde paisaje de cipreses y pinos centenarios, el interesante complejo monástico de Filerimos se alza ahora donde dominaba la acrópolis de los antiguos. Sólo las ruinas de una fuente dórica (siglo IV a.C.) dan testimonio de la época antigua. La fuente estaba tallada en la roca, decorada con cabezas de leones y sostenida por seis columnas talladas, todas ellas ya desaparecidas. En los primeros tiempos de la cristiandad, se construyó una iglesia bizantina dedicada a la Virgen de Filerimos en el emplazamiento de un templo de Atenea del siglo III a.C., del que no se encontraron rastros hasta la década de 1870. El monasterio fue fundado por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XV. Cuando tomaron posesión del lugar, expulsaron a los papas ortodoxos de la basílica bizantina para instalar el rito católico, y construyeron el monasterio cuyo claustro y campanario aún pueden admirarse hoy en día. Los otomanos destruyeron la mayor parte del lugar y el complejo de Filerimos sólo recuperó su antiguo esplendor tras las importantes obras de renovación llevadas a cabo por los italianos en la década de 1920. De la época bizantina se conserva una iglesia subterránea con frescos del siglo XIV, que se puede visitar. Antes de salir, no se pierda el Camino del Calvario, que conduce a una gran cruz moderna de 18 m de altura: ¡la vista panorámica es magnífica!