SCHLOSS HOHENSCHWANGAU
El majestuoso castillo neogótico de Maximiliano II. En el interior, numerosos frescos representan a Lohengrin, entre otros.
Los orígenes del castillo se remontan a la Edad Media, más concretamente al siglo XII, cuando se menciona por primera vez la fortaleza de Schwanstein (literalmente "Roca del Cisne"), como se llamaba entonces. No fue hasta el siglo XIX cuando el lugar cobró nueva vida. El príncipe heredero Maximiliano (1811-1864) -el futuro Maximiliano II de Baviera y padre de Luis II- descubrió las ruinas de la antigua fortaleza durante una excursión de caza. Se enamoró inmediatamente del lugar y decidió comprar la ruina para construir una residencia real de verano (1832-1836). El escenógrafo Domenico Quaglio fue el encargado de llevar a cabo las obras de reforma y dotó al castillo del más puro estilo neogótico. El castillo era bastante moderno, con agua corriente y electricidad desde 1905. A diferencia de los castillos construidos por Luis II, que pertenecen al Estado bávaro, el castillo de Hohenschwangau sigue siendo propiedad de la familia Wittelsbach.
En la primera planta, la Sala del Caballero del Cisne, con frescos, ilustra la leyenda de Lohengrin. El cisne también se encuentra en todas partes, un símbolo heredado de los constructores originales, los caballeros de Schwangau. Entre las estancias más bellas del castillo se encuentran la Cámara Oriental de la Reina (la familia estuvo en Grecia y Turquía) y la Sala de los Héroes. Los frescos de Hohenschwangau, obra del artista Moritz von Schwind, representan todos ellos escenas históricas o mitológicas: Lohengrin, por supuesto, pero también Parsifal o los Nibelungos. El compositor Richard Wagner se alojó en el castillo y podrá ver su busto en una antesala. En los veranos de su juventud, Luis II vino aquí con sus padres y su hermano menor Otto. Enamorado de este lugar mágico rodeado de bosque y con vistas a los lagos Alpsee y Schwansee, nunca lo olvidó y eligió este lugar para realizar su sueño de Neuschwanstein, justo enfrente del castillo de su padre. En la habitación que ocupaba se puede ver un telescopio apuntando hacia Neuschwanstein: todos los días Ludwig miraba por el ocular para seguir el progreso de las obras. Aunque Luis II está asociado a los castillos de Neuschwanstein, Linderhof y Herrenchiemsee, fue en Hohenschwangau donde pasó la mayor parte de su tiempo.
Si no realiza la visita guiada, no se pierda el encantador jardín a los pies del castillo, que está abierto a todo el mundo: tiene unas fuentes preciosas y ofrece unas vistas magníficas de los alrededores.
Ici tout est plus intimiste, plus simple aussi. A voir sans hésiter et si possible avant le second. Profiter de la vue depuis la lunette de Louis II pour se rendre compte de la demesure du projet.
Un régal pour les yeux
Ici tout raconte la vie de Louis II et si le cadre est moins à la folie, il faut toutefois noter la richesse des décors, et les vues sur le paysage de Baviere.
Magique
Mais il faut faire avec la foule
Mieux vaut essayer la marche plutôt que la calèche