SANTUARIO DE AVES DE ROCKLANDS Y ESTACIÓN DE ALIMENTACIÓN

La leyenda. Gracias a un don casi sobrenatural que le permitía comunicarse con los pájaros más salvajes y domesticarlos, Lisa Salmon recibió el encantador apodo de "Dama de los pájaros". Esta célebre naturalista jamaicana, apasionada de la naturaleza y las aves, se retiró en 1954 lejos de la civilización, a las Colinas de la Anchoa, con vistas a Montego Bay. Se instaló lejos del mundo y de las luces de la ciudad, en una pequeña casa con las comodidades básicas, rodeada de un exuberante jardín tropical con una vista extraordinaria sobre toda la bahía de Montego. Lisa llamó a su casa Rocklands. Allí podía dar rienda suelta a su pasión. Domaba pájaros de todas las formas, tamaños y colores, tanto locales como migratorios, colgando de las ramas de los árboles pequeños recipientes con agua azucarada. Poco a poco, los pájaros se volvieron más audaces y adquirieron el hábito de venir a alimentarse a Rocklands, que se convirtió en un lugar de encuentro para la alta burguesía emplumada. A fuerza de paciencia, Lisa llegó a darles de comer con la punta de los dedos. Los observadores de aves acudían de todo el mundo para presenciar este espectáculo sin precedentes y contemplar el incesante ballet de pájaros, que revoloteaban de rama en rama en un suave concierto de gorjeos, cantos y aleteos. Ante el creciente éxito de su empresa y la curiosidad de los visitantes, Lisa decidió abrir su jardín al público en 1962.

La visita y los colibríes. Desde entonces, Rocklands se ha convertido en un destino turístico fuera de lo común para los amantes de la naturaleza, así como en un lugar de meditación, simbiosis con la naturaleza e increíble serenidad. La Dama de los Pájaros falleció en 2000 a los 90 años, pero su sobrino sigue dirigiendo la casa y recibiendo a los visitantes. Tras algunas explicaciones sobre el estilo de vida y los hábitos de los pájaros, le darán una pequeña pipeta de agua. Le darán una pequeña pipeta de agua azucarada, así que ármese de paciencia... y tendrá la suerte de recibir a un diminuto colibrí en la punta de su dedo índice. Es uno de los pocos lugares donde se puede ver el ave preferida del país, un colibrí con cola verde esmeralda. También se organizan excursiones con guías naturalistas por las colinas de los alrededores. Para llegar, hay que tener en cuenta que la carretera del final se convierte rápidamente en una pista pedregosa, pero transitable con un turismo normal.