LOS BUSCADORES DE ORO DE KERECONKO

Para ver a los buscadores de oro desde Mako, gire a la derecha después del puente sobre el Gambia desde Tambacounda. Siga la carretera seis o siete kilómetros hasta un pueblo un poco más arriba, donde termina la carretera. Contacte con cualquier persona del pueblo y le conducirá directamente a los lugares más destacados. También puede preguntar en el campamento de Keur Annick (excepto los lunes y viernes, días libres para los buscadores de oro).

Allí, los niños descienden a las entrañas de la tierra por agujeros de unos cincuenta centímetros de diámetro (lo suficientemente anchos para que puedan pasar) y cinco metros de profundidad que se extienden en galerías horizontales de más de cinco o seis metros de largo. La tierra se coloca en calabazas sujetas en la cabeza de las mujeres y se filtra directamente al río. Una vez filtrada, a veces revela rastros de oro en los bordes. En general, nada excepcional, pero nunca se sabe; una pepita puede suponer riqueza durante años. Para los turistas, a veces hay que pagar un derecho de visita en el pueblo: depende de quien esté al cargo de los clientes y de la sensación que le cause. Lo mismo ocurre con las fotos. Este aspecto del turismo no está del lado de Hérémakono, donde el paisaje y el contexto son sin duda más salvajes, pero adentrarse en la región de Falémée es una aventura —no hay garantía de que acepten que haga fotos, pues depende de nuevo de su permiso— y requiere pasar mucho tiempo en la carretera. Por otro lado, los paisajes son hermosos y, sin duda, se encontrará alguna sorpresa.