MUSEO CONMEMORATIVO DE LA PAZ DE HIROSHIMA

Si hay un museo que no hay que perderse en Japón, junto con el Museo Edo de Tōkyō, es el Memorial de la Paz (o "museo de la bomba atómica"). No sólo recuerda las circunstancias en las que el ejército estadounidense utilizó por primera vez la bomba atómica para aniquilar la zona militar estratégica que constituía entonces Hiroshima, sino que sitúa los acontecimientos del 6 de mayo de 1945 en el contexto de una cuestión más amplia, la de la conveniencia del uso de las armas nucleares y sus consecuencias en el plano humano, ecológico y ético. Así, una parte de la exposición intenta explicar hasta qué punto el control de las armas nucleares era una prioridad para el gobierno estadounidense y cómo, en pocos años, consiguió explotar la fisión nuclear antes de llegar a un acuerdo político con los Estados aliados para sellar el destino de Japón (nos enteramos, en particular, de que la primera prueba nuclear se realizó, en México, sólo un mes antes del bombardeo de Hiroshima). Otra sala está dedicada a la cuestión de las pruebas nucleares, mostrando cómo la comunidad internacional logró prohibirlas en virtud del derecho internacional. El resto del museo describe con detalle las devastadoras consecuencias de la bomba atómica. La ciudad quedó casi arrasada como consecuencia de la explosión, que tuvo lugar a unos 600 metros de altura. La última parte del recorrido puede herir la sensibilidad de algunos. Las fotografías muestran la singular atrocidad de las quemaduras por calor y las posteriores secuelas de la radiación y la "lluvia negra" (de la nube atómica). También se exponen diversos objetos conservados tras la explosión, como trozos de roca deformados por el calor, que dan testimonio del inconmensurable poder de esta arma de destrucción masiva. El museo recoge y conserva los objetos que guardaron los supervivientes, sus familiares en duelo y otras personas para transmitir la realidad de la catástrofe. Las donaciones se realizan regularmente. En las pantallas situadas a la salida de la última sala se pueden ver documentales en vídeo con testimonios de supervivientes (los hibakusha). Son especialmente conmovedoras y ponen de relieve el heroísmo demostrado por muchos de los supervivientes. Es aconsejable pasar al menos dos horas viéndolas.