MERCADO CENTRAL, MEZQUITA GOY Y CAÑONES HRAZDAN
Un lugar bordeado de altos edificios de la época estalinista, donde podrá descubrir la Mezquita Azul, recuerdo del pasado persa de Ereván.
Al seguir la avenida Machtots, bordeada de altos edificios de la época estaliniana revestida de tuf rosa, cuyo alineamiento se rompe por el blockhaus de hormigón del Museo de Arte Moderno (n ° 7), la animación se hace estrellar, señalando el mercado central. Evocando un templo assirio, este imponente edificio (2.300 m ² de hormigón) que data de los años 1950 se sitúa en la ubicación del antiguo bazar. En frente, antes escondidos en un patio de edificios y ahora comunicados por un porche recubierto de azulejos enmalle de moda, el minarete y la cúpula adornada de azulejos de la Mezquita Azul (Goy, XVII), totalmente restaurada, recuerdan con refinamiento el pasado persan de Erevan. En cuanto al fastuoso palacio de los sardar, nos cuesta mucho reconocerlo detrás de las paredes gris que contienen las bodegas de la combinación vinícola Ararat que ha tomado su lugar desde los años 1930, al final de la avenida Machtots, dominando las gargantas del río Hrazdan. De la antigua ciudad de estilo persan, no queda más que el pequeño "puente rojo" (Karmir Kattrdj) que atraviesa el río desde el siglo XVII y al que los coches prefieren por supuesto el gran puente moderno Hakhtanak ("victoria"). Este último, cruzando las gargantas del Hrazdan, conduce al imponente edificio de nueve arcos que alberga la famosa destilería de brandy y, más allá, en el estadio Hrazdan, a los pies de la verde colina de Dzidzérnakapert, reconocible por las flechas del monumento del genocidio del genocidio de 1915. En esta vertiente de las gargantas, bajo la iglesia de Sourp Sarkis (Saint-Serge, siglo XIX), algunas antiguas casas de piedra con balcones de madera trabajados siguen testimoniando los orígenes persanes de la ciudad. Al final de la avenida Machtots, coge la calle Grigor Loussavoritch para regresar a la plaza de la República, abordando esta vez por su lado oeste, señalado por el monumento al héroe de la Armenia comunista, Stépan Chahoumian. Más allá de este espécimen de arte proletario, se da una nota más refrescante por el callejón de las fuentes -que cuenta con 2.750 chorros de agua (todo lo que contaba de años Erevan en 1968)- culminando con un cuadrado de césped que no deja adivinar la pesada presencia de la estatua de Lenin.