MUSEO OLÍMPICO

No puede haber mejor homenaje al deporte. Este museo es un canto a los Juegos Olímpicos, un tributo a los atletas de los cuatro puntos cardinales que, desde principios del siglo pasado, han utilizado este acontecimiento universal para traspasar fronteras y despertar pasiones. El marco es único. Merece la pena visitar el museo no sólo por su tema, sino también por su disposición -se accede a él a través de una serie de terrazas-, que se abre al sublime panorama del lago. Nada más entrar en el parque, con su césped cortado tan perfectamente como cualquier verde inglés, el tono lo pone una artista ilustre, Niki de Saint Phalle: como siempre, destacan los colores vivos, que contrastan con las demás estatuas, las de Pierre de Coubertin, los atletas famosos y la llama olímpica. Su obra Les Footballeurs es una magnífica celebración del deporte. Se diría que están vivos, tan fielmente se reproduce el movimiento de los tacos. Los distintos niveles muestran disciplinas olímpicas antiguas y nuevas, con magníficas fotos de atletas en acción. ¿La idea de las esculturas? Recordarnos que el arte siempre ha sido un aliado del deporte. La visita al museo refleja estas magníficas obras. Es interactiva, divertida y muy didáctica. Otras esculturas, como las de Botero, Calder y Tàpies, también recorren el parque. En las instalaciones deportivas, podrá incluso probar suerte con los récords de Usain Bolt. Este magnífico parque escalonado, muy bien diseñado para despertar el interés, resulta especialmente acogedor. El Tom Café, en la planta superior, con sus grandes ventanales y su terraza que sigue dominando el sublime panorama que ofrece el lago, es el colofón perfecto a la visita del museo.

Pero la visita también merece la pena, por supuesto, por la forma en que los conservadores han presentado a los atletas, tanto del pasado como del presente, y por el homenaje al deporte, la creatividad y el sentido educativo en los temas de las exposiciones temporales. Podrá ponerse en la piel de los atletas, descubrir lo que ocurre entre bastidores en la organización de los Juegos Olímpicos y adentrarse realmente en otro universo, el de los juegos, el entrenamiento de los atletas y sus sentimientos, y aprender mucho sobre la evolución de los juegos a lo largo de la historia. Podrá revivir los mejores momentos de los Juegos. Las exposiciones temporales son admirables en cuanto a enseñanza, como la que desarrolla y presenta la introducción de nuevas disciplinas, como el baloncesto 3 x 3, el BMX free style, el breaking, la escalada deportiva (bastante impresionante cuando se ve la velocidad a la que sube un atleta), el skateboarding y el surf. Se sentirá como si estuviera allí mismo con los atletas, reviviendo sus mayores hazañas y victorias inmortalizadas en vídeos. Nos maravillamos ante el genio creativo de cada ciudad anfitriona de los Juegos. Así se recorre la historia de cada competición. El primer nivel cuenta la historia de los Juegos Olímpicos, mientras que el nivel 1 narra la evolución de las competiciones, que se comprende claramente gracias a un espectáculo audiovisual y a la descripción del equipamiento de los atletas. Por último, en el sótano, se presenta el sistema de valores y el mensaje que pretenden encarnar los Juegos Olímpicos. Qué evolución desde los primeros Juegos de Atenas en 1896, o los primeros Juegos de Invierno de Chamonix en 1924. Río, Pekín, Tokio, Seúl, Los Ángeles... y París en 2024. A estos Juegos les seguirán Milano Cortica en invierno de 2026, Los Ángeles en 2028 y Brisbane en 2032. Esto dista mucho de los primeros juegos organizados por Pierre de Coubertin, que se mantuvo firmemente opuesto a la participación de las mujeres hasta el final de su vida. Paradójicamente, Coubertin era un visionario: quería popularizar el deporte situándolo a escala internacional y reintroduciendo los famosos Juegos Olímpicos griegos, que se habían celebrado cada cuatro años durante doce siglos, desde 776.

Para cada nueva edición de los Juegos Olímpicos, se les dedican nuevas exposiciones. Este museo se renueva constantemente. Además de su exposición permanente, donde podrá descubrir el mundo de los Juegos: el mundo olímpico, los Juegos Olímpicos, el espíritu olímpico y toda la historia y cultura de los Juegos Olímpicos, este museo alberga espacios educativos y culturales. Su museografía es ultraconectada y muy divertida para los visitantes. Es realmente el lugar ideal para los aficionados y profesionales del deporte. El descubrimiento del mundo olímpico y sus derivados es tan apasionante que uno puede encontrarse deambulando por el recinto, reviviendo un acontecimiento deportivo o una suntuosa ceremonia de inauguración de los Juegos, siguiendo los pasos de un atleta famoso, aprendiendo sobre las implicaciones de una nueva disciplina... Se puede pasar allí bastante tiempo.

El museo está abierto a todos, niños y adultos, con talleres, actividades de interior y recorridos al aire libre. Estamos casi en "el secreto de los dioses". El Comité Olímpico tiene su sede en Lausana. Es un museo lleno de vida, con una presentación ultradinámica y un programa de exposiciones temporales y actividades imprescindibles.

El museo en cifras: 3.000^m2 dedicados a exposiciones, 1.500 objetos, 150 pantallas.

El parque: 43 esculturas dedicadas a la cultura olímpica, entre ellas las de Niki de Saint Phalle, Botero, Tàpies y Calder. Una pista de atletismo de 100 m para estar a la altura de Usain Bolt, un mural de Antoni Tàpies.