LAS ESCALAS

Estas curiosas escaleras, hechas de madera y bambú ensambladas con lianas que ocupan el lugar de los peldaños, se construyeron en otros tiempos para que los aldeanos de la llanura, a menudo cautivos, pudieran llegar más rápidamente a las aldeas de los nobles fulani en las mesetas. Con estas escaleras, se evitaban largas distracciones en su trabajo diario. Cautivos, vendidos a causa de las guerras o de la pobreza de sus familias, debían realizar los trabajos que les exigían sus amos a cambio de regalos en especie. A principios del siglo XX, los fulani utilizaban con frecuencia estas escaleras para esconderse y escapar de las requisas de las tropas del ejército colonial de la época, pero también para sacar a sus hijos que eran obligados a ir a la escuela "blanca".

La mejor manera de llegar a las escaleras es contratar a un guía local. Para ello, diríjase a la aldea de Ley Holo, situada en la pista principal unos 6 km antes de Lélouma, o a Djinkan, la última aldea en la que deberá dejar el vehículo y continuar a pie hasta las escaleras. Si no tiene un guía, pida a un chico local que le acompañe, ya que es imposible encontrar el camino por sí mismo.

Hay dos escaleras: la primera, que es la más popular, lleva al pueblo de Ley Langué en el valle. Se llega a ella tras una media hora de caminata cuesta abajo. La rudimentaria escalera, que los lugareños suben alegremente descalzos y cargados de paquetes, está enclavada en una grieta del acantilado. De hecho, hay dos escaleras de unos quince metros cada una con un rellano intermedio. Una vez en la parte inferior de la segunda escalera, todavía tienes que descender a través de un laberinto de rocas para llegar a la llanura. Si tienes que volver por el mismo camino, no olvides que a la vuelta, ¡sube! Es mejor evitar subir las escaleras demasiado cansado. La segunda escalera, a la que se llega tras una caminata de 45 minutos, ofrece un impresionante panorama de belleza salvaje y da acceso al pueblo de Keilin. Aquí verás poco tráfico porque el acantilado es mucho más alto y la pista más larga, y los habitantes ya no la utilizan mucho. Las escaleras sobresalen del acantilado y su descenso es aún más impresionante que los anteriores. En invierno, el agua baja por las paredes rocosas y hace que todas las escaleras sean bastante resbaladizas y, por tanto, peligrosas. Hay que evitarlo