LAS TEJIDAS
Una visita a los tejedores, que venden unos taparrabos sin coser para apoyar la artesanía local.
Las tejedoras, una corporación exclusivamente masculina, han instalado sus telares junto a la carretera, a la entrada de la ciudad, a la derecha, viniendo de Dalaba. Trabajan allí como una familia, el saber hacer se transmite de generación en generación, en la práctica diaria. Los telares de madera, poleas y algunas correas, accionados por dos pedales, son bastante rudimentarios. Los únicos elementos más técnicos son los juncos utilizados para sujetar los hilos durante el tejido. Por lo demás, es el saber hacer y la experiencia del tejedor lo que marca la diferencia. Apenas protegidos del sol por unas viejas lonas desechadas, algunos mantienen un ritmo impresionante durante horas. Con el mero sonido de las lanzaderas de madera golpeando las barras del telar, tejen incansablemente largas tiras de tela que enrollan sobre sus rodillas después de haber desenrollado sus bobinas de algodón blanco y azul a lo largo de varios metros delante de ellas. Estos rollos, de 30 cm de ancho, se cortan y se ensamblan en taparrabos, se cosen y, eventualmente, se tiñen para hacer boubous u otras prendas. Cada vez más, los tejedores utilizan hilos sintéticos de diferentes colores (verde, dorado, rojo...). Se trata de un ligero alejamiento de la tradición, pero les permite diversificar los modelos que ofrecen y dar rienda suelta a su creatividad. Las tejedoras ofrecen algunos taparrabos sin coser para su venta in situ, lo que también es una forma de apoyar la artesanía local.