Tegucigalpa, situada oficialmente a 980 m de altura (algunos barrios a 1.500 m) y fuerte de 1.020.000 habitantes (1,4 millones en su aglomeración), es la capital política de Honduras sin ser su capital económica que queda a San Perdo Sula. La capital de Honduras no es la ciudad más bonita del mundo -lejos de allí- pero una estancia no es demasiado desagradable.Las calles, de día, son bastante seguras, sobre todo en la "zona viva", pero no demasiado la noche. No se muere de asfixia y muchos lugares de interés turístico se descubren en los alrededores: aldeas mineras de Santa Lucía, Valle de Ginebra, Ojojona y Cedros, parque nacional de La Tigra… La hostelería y la restauración son de calidad y, como cualquier capital, "Tegus" (apodo afectuoso que le da su pueblo) dispone de numerosos placeres y comodidades.Según la tradición, el nombre «Tegucigalpa» procedería de los indígenas lencas que habitaban la zona antes de la Conquista, significaría «tierra de plata». Sin embargo, como los Lencas tuvieron poco interés en este metal, los historiadores -preocupados-no parecen corroborar esta versión. Algunos pensarán en "Tierra donde se encuentran las personas" porque el valle es ideal para descansar entre el norte y el sur, o "Tierra de las piedras pintadas", ya que hay numerosos petroglifos y pictografías circundantes.En cualquier caso, la abundancia del dinero en las montañas circundantes aleja muchos colonos con base en Comayagua, la capital del país a partir de finales del siglo XVI, y los barracones se construyeron en las minas perforadas a lo largo del río Choluteca. De hecho, un pueblo llamado Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa se forma poco a poco, pero no se conoce la fecha exacta de su fundación.A finales del siglo XVIII, la importancia del comercio del dinero empezó a hacer sombra en Comayagua. A este respecto, se dice que el Presidente Marco Aurelio Soto, poco después de la independencia y la efímera República Centroamericana, se casó con una mujer de Tegucigalpa, que fue devaluada por la alta sociedad de Comayagua. Para vengar el honor de su hermosa -y así gustarle más-el magistrado más alto del país habría decidido trasladar la capital de Comayagua a Tegucigalpa. La realidad es probablemente más prosaica: Soto era accionista de las minas de plata en torno a Tegus y, sin duda, deseaba estar muy cerca de sus intereses. De hecho, Tegucigalpa se convirtió en la capital de Honduras en 1880.El auge de la industria platanera en la costa norte a principios del siglo XX frenó el desarrollo de la ciudad, alejada de los centros de producción y del comercio floreciente. Desde entonces, la capital se ha dormido tranquilamente y ninguna industria de envergadura le permite esperar días mejores. Las actividades industriales y comerciales están definitivamente implantadas en San Pedro Sula, el gran rival del norte.Esta ambigua situación de capital política y administrativa sin poder económico real confiere un cierto encanto a Tegucigalpa, moderno y rural. La atmósfera está bastante relajada y la gente es bastante acogedora.

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Eglise de Las Dolores, Tegucigalpa. Mtcurado - iStockphoto
Vue sur la ville de Tegucigalpa. Mtcurado - iStockphoto
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