Sitios arqueológicos artesanales científicos y técnicos para visitar Prony

La belleza de esta enorme bahía, protegida de todos los vientos, no dejará de sorprenderle. Llamado el "agujero del ciclón", su paisaje típico del sur es seco, árido y absolutamente espectacular. Rica en mineral de hierro y cromo, la tierra aquí está saturada de rojo entre el verde de la vegetación y el azul del Pacífico. En la desembocadura del río Azul se han habilitado unas fuentes termales para el baño que pueden constituir una interesante parada. Quizás el mejor lugar para ver la belleza de la zona sea la Reserva Natural del Cabo N'Dua. Creado en 1972, fue reabierto en 2002 y bordea la Gran Laguna del Sur, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde mediados de julio hasta mediados de septiembre, se puede observar el paso de las ballenas, sobre todo desde el observatorio, desde donde se puede ver el maquis minero y el faro de 1892. Para los buceadores, la bahía es también un lugar de renombre, gracias a su famosa aguja, una concreción coralina de 38 metros. Hay que imaginar una catedral mineral de las profundidades, cuya calcificación resulta de la acción entre el agua dulce de los lagos y ríos y el agua salada del océano. Pero la joya de Prony es también el islote Casy. Extensión de la Grande Terre, de la que se separó hace un millón de años, abarca 40 hectáreas y se compone principalmente de peridotita, un material geológico que es la fuente del contenido de níquel de los suelos de Nueva Caledonia. Bautizada en 1854 en honor del almirante Casy, se encuentra en el corazón de una espléndida reserva marina. En 1870, dos jardineros de la penitenciaría se instalaron allí para abastecer de verduras frescas al campamento de Prony. Hoy en día, ha dejado de ser un purgatorio y es más bien un pequeño paraíso. Se han identificado siete variedades de orquídeas y casi 65 especies de madera, algunas de ellas endémicas. Hay senderos señalizados para conocer mejor su flora y los taxis-barcos Casy Express ofrecen traslados a quienes deseen ir hasta allí. Merece la pena visitar el antiguo cementerio. En lo que respecta al senderismo, también debe saber que el maravilloso sendero GR1 comienza en la bahía del Somme, antes de atravesar el Gran Sur hasta Dumbéa. En definitiva, el único problema de la zona es la enorme fábrica de níquel Valé Goro, a la que no hay que mirar demasiado... También se puede culpar a las autoridades locales de no mantener la bahía lo suficientemente bien, pero esto no estropea el placer de la visita.

Estamos en el extremo de Nueva Caledonia y en altura, en una reserva de 830 hectáreas. Su biodiversidad es excepcional: maquis arbustivo, bosque húmedo, manglares, fauna diversa, especies vegetales endémicas, quirópteros, mamíferos marinos, 27 especies de aves... Un circuito de 10 km permite descubrir la riqueza de esta fauna y flora. La guinda del pastel: un observatorio equipado con telescopios permite observar a las ballenas jorobadas desde el suelo.