Parques nacionales

La biodiversidad de Yibuti, como la del Cuerno de África, es frágil y está amenazada. Para proteger las especies, el país ha prohibido la caza -incluida la submarina- en todo su territorio.

Parque Nacional del Bosque de Día: situado al oeste del golfo de Tadjourah, este parque alberga los vestigios de un bosque primario compuesto principalmente por enebro africano(Juniperus procera), en peligro de extinción. Posee una biodiversidad única de flora y fauna, incluida una especie endémica de ave, el francolín de Yibuti.

Islas Moucha y Maskali: situadas frente al golfo de Tadjourah, estas islas cuentan con una biodiversidad excepcional, incluida una especie endémica, la gaviota de iris blanco, y bellos paisajes, manglares y playas de arena. Los fondos marinos son extremadamente ricos, con jardines de coral y numerosas especies de peces. Aunque el sur de Maskali es una reserva natural y las dos islas forman parte de una zona marina protegida, a veces hay basura y estas zonas son codiciadas por los inversores extranjeros. Se anima a los viajeros que visitan estas islas a mostrar el máximo respeto por los seres vivos (por ejemplo, adoptando un enfoque de "basura cero", o utilizando cremas solares sin filtros químicos, que pueden tener efectos nocivos en los corales).

Amenazas para el Mar Rojo

El Mar Rojo es rico en biodiversidad, con más de 200 especies de coral y una fauna extremadamente variada. Este frágil entorno, una estrecha franja costera bordeada por ocho países, alberga una de las rutas comerciales marítimas más importantes del mundo, a través del estrecho de Bab-el-Mandeb. Esta actividad supone una amenaza para los ecosistemas, sobre todo por el vaciado en el mar de los distintos tanques de los buques (tanques de lastre, que contienen agua de mar bombeada desde otra región y que, al derramarse, pueden desequilibrar los ecosistemas locales, o tanques de lodo, que contribuyen a la contaminación del medio ambiente con su vertido en el mar).

El Mar Rojo también se enfrenta a una gran amenaza, una auténtica espada de Damocles que pende sobre él desde 2015. Se trata de un petrolero -el Safer- que se encuentra varado en aguas yemeníes por la facción rebelde Houthi y que, debido a su antigüedad, amenaza con verter al Mar Rojo más de un millón de barriles, es decir, más de 160 millones de litros de petróleo. La situación está empantanada sin que se encuentre una solución, a pesar de la intervención de la ONU en el verano de 2020. Un vertido o una explosión del cargamento podría causar gravísimos daños a la biodiversidad marina. A esto se añade la falta de infraestructuras de alcantarillado y tratamiento de residuos, correlativa al aumento de los flujos (ligado al crecimiento demográfico), que está contribuyendo a la contaminación de las aguas del Mar Rojo, con repercusiones sanitarias y medioambientales.

La cuestión de los recursos hídricos y el cambio climático

Los recursos hídricos escasean en el país y las aguas subterráneas son insuficientes para satisfacer las crecientes necesidades del país, que se han triplicado en los últimos treinta años como consecuencia del crecimiento demográfico y la urbanización. Este estado de estrés hídrico supone una amenaza no sólo para el abastecimiento de agua potable de la población, sino también para la agricultura y la ganadería. El cambio climático agrava los periodos de sequía, acelera la desertización y aumenta el riesgo de inseguridad alimentaria en un país que ya padece malnutrición. El calentamiento global también está contribuyendo a la subida del nivel del mar y de las temperaturas, fenómenos que acelerarán la erosión costera y el declive de la biodiversidad. También está contribuyendo al establecimiento de especies portadoras de enfermedades, como elAnopheles stephensi, un mosquito originario de Asia que se ha registrado en Yibuti desde 2012 y es responsable del resurgimiento de la malaria en el país.

Acción sobre el cambio climático

Yibuti ha firmado los Acuerdos de París, cuyo objetivo es limitar el aumento de las temperaturas a +2 °C de aquí a finales de siglo, en comparación con el periodo preindustrial. Para lograrlo, el país se ha embarcado en medidas para mitigar el calentamiento global, con un ambicioso programa destinado a alcanzar un 100% de energías renovables de aquí a 2035 mediante la producción de energías renovables: solar, eólica y, sobre todo, geotérmica, gracias al potencial del subsuelo del país. Pero el reto es enorme.

También se han puesto en marcha medidas de adaptación al cambio climático para fomentar la resiliencia alimentaria, con una agricultura y ganadería locales basadas en pequeños rebaños bien alimentados y regados localmente. Esto incluye la construcción de pozos y diques para el riego y el abrevado del ganado, la formación de agricultores, la rehabilitación de tierras de cultivo y proyectos de reforestación. Para preservar las aguas subterráneas, en Yibuti se han creado plantas de desalinización y tratamiento de aguas residuales, que se reutilizan para la agricultura. Sin embargo, el sistema de tratamiento de aguas residuales sigue siendo limitado, por no decir inexistente, y la explotación masiva de las aguas subterráneas está agotando los recursos hídricos.

Un gran muro verde de Dakar a Yibuti

El objetivo inicial del proyecto, lanzado en 2007, era luchar contra la desertificación. Con los años, el proyecto ha ido más allá de la reforestación para incluir acciones en asociación con las comunidades locales a lo largo de una franja de 8.000 km que abarca 11 países, de Dakar a Yibuti. El objetivo para 2030 es restaurar 100 millones de hectáreas de tierras degradadas. Pero este ambicioso proyecto ecológico adolece de una cruel falta de financiación y tiene que lidiar con la situación, a veces delicada, de los países que atraviesa (conflictos y amenazas terroristas). Hasta la fecha, sólo se ha completado el 5% de la "Gran Muralla Verde".