Esta es sin duda la visita más importante de la capital. Situada junto al famoso astillero Harland and Wolff, esta atracción cuenta la historia del Titanic en la ciudad donde nació. El edificio en sí mismo merece una visita con su fachada de aluminio ondulada y luminosa, que recuerda a la Elbphilharmonie de Hamburgo, al museo de las Confluencias de Lyon o a la Fundación Vuitton de París. Su seductora forma angular evoca la proa de un barco. El museo es casi tan emblemático como el Titanic, cuya historia cuenta (¡se vertieron 4200 m3 de hormigón en 24 horas para asegurar sus cimientos!) Para que conste, el Titanic Belfast puede acoger a 3547 visitantes a la vez, la misma capacidad que el Titanic original, y sus fachadas miden 27 metros, ¡la misma altura que el Titanic desde la quilla hasta la cubierta! El propio James Cameron lo calificó de «fenomenal». Si solo conoce el Titanic por la película de James Cameron, esta visita es imprescindible para ir más allá de los tópicos, alejarse del romanticismo y adentrarse en la realidad concreta de este mítico barco. A lo largo de las nueve galerías repartidas en seis plantas, transcurre el pasado del coloso, su astillero, sus trabajadores, sus retos y su trágico hundimiento. El museo se inauguró en marzo de 2012, en el centenario de la tragedia, que tuvo lugar en 1912. Desde entonces, se ha convertido en una visita ineludible para todos los visitantes, pero también para los lugareños, que han recuperado su pasado y su patrimonio. La visita es divertida y emocionante, con vídeos en 3D, documentales, maquetas a tamaño real, objetos raros encontrados tras el naufragio, reconstrucción de los camarotes según las diferentes clases, etc. Una experiencia que revive el Titanic y que fascinará tanto a los amantes de la historia como a los simples curiosos. El museo está realmente diseñado para ofrecer una experiencia inmersiva e interactiva a los espectadores, que ocupan el lugar de los trabajadores, los pasajeros y la tripulación del famoso transatlántico. Cuando la visita habla de las grúas de los astilleros y de la altura a la que trabajaban los hombres, de repente se encuentra en la cuarta planta, con vistas al resto del museo y escuchando los sonidos del astillero. Cuando se abren las puertas del ascensor, descubrimos esta frase: «Let’s go to work!». El museo adquiere a veces un aire de parque de atracciones con, entre otras cosas, el Shipyard Ride, un tren que nos lleva, en medio de la visita, con los trabajadores al astillero. El Titanic no es solo una historia de amor, y la fuerza de este museo consiste en recordárnoslo. El Titanic es sobre todo la historia de miles de trabajadores, de toda una ciudad que lo dio todo para construirlo y que lo apostó todo a su fabricación. Las emociones son fuertes porque entendemos que todo este trabajo, toda esta genialidad, todos estos esfuerzos terminaron en el fondo del agua. Comprendemos la esperanza y el orgullo destrozados de Belfast. La sala del hundimiento es especialmente conmovedora con los mensajes de socorro enviados por el Titanic y reproducidos hora a hora en las paredes de la sala. Reina el silencio. En la última parte de la exposición, usted ocupa su lugar en un enorme anfiteatro y se sumerge en el océano en busca de los restos del Titanic, que poco a poco se van descubriendo bajo el agua. ¡Fascinante!
¿Lo sabías? Esta reseña ha sido escrita por nuestros autores profesionales.
Los puntos fuertes de este establecimiento:
Opiniones de los miembros sobre TITANIC BELFAST
Las calificaciones y reseñas a continuación reflejan las opiniones subjetivas de los miembros y no la opinión de The Little Witty.




