CAFÉ GULA HUSET
Al abrir de un empujón la puerta que da al jardín íntimo y encantador de esta casita amarilla, uno tiene enseguida la sensación de haber descubierto un secreto precioso. Entre dos tandas, el encargado -un hombre encantador y alegre- viene a servirle, con el delantal aún espolvoreado de harina, cogiendo unas cuantas hierbas o frutas para adornar sus pasteles y bocadillos. Es como sentarse en el jardín de un amigo. Como todos los tesoros, su valor reside en su rareza, por lo que las plazas son escasas y los horarios limitados..
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Opiniones de los miembros sobre CAFÉ GULA HUSET
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