PALACIO PRESIDENCIAL Y EL SAGRADO LAGO DE LOS COCODRILOS

El palacio presidencial , que antes podía visitarse, está ahora cerrado al público. El término "palacio" es muy genérico para designar lo que en realidad es más bien un complejo faraónico, una especie de "fortaleza" en la ciudad con su foso (en realidad tres lagos artificiales) y su muralla (la muralla de Yamusukro tiene 22 km de longitud...) que lo separa de la zona "popular". Este desproporcionado complejo residencial, del que el ciudadano medio sólo puede ver la casa de huéspedes, donde el presidente Félix Houphouët-Boigny solía recibir a los jefes de Estado extranjeros en Costa de Marfil, fue construido en 1983 por el francés Olivier-Clément Cacoub, conocido como el "arquitecto del sol", favorito de los potentados africanos y, por tanto, del Viejo. En Yamusukro, también es responsable de la Fundación Félix Houphouët-Boigny para la Paz y del Hotel Président, que no serán del gusto de todos, pero tienen el mérito de cumplir su función: impresionar. La parcela en la que se levanta el "palacio" albergaba la pequeña aldea de N'Gokro, el punto de expansión original de la ciudad. Además del gigantesco edificio, hay casas para los familiares y el personal del ex presidente, que ahora están muy deterioradas. En su día se habló de restaurar el palacio y convertirlo en un museo dedicado a la memoria de Félix Houphouët-Boigny, pero parece que este proyecto se ha quedado en nada.

La capilla. Tiene vistas al panteón familiar donde descansa "el Viejo" desde hace más de veinte años. En la familia de Félix Houphouët-Boigny, para evocar los orígenes de Boigny N'Dri, presunto fundador de la ciudad que se convertiría en la futura Yamusukro, se limitaban a señalar el sol naciente y añadir que había venido de más allá del río. Sin duda, por fidelidad a su ilustre antepasado, "el Viejo" insistió en que su tumba también estuviera orientada hacia el sol naciente.

Los lagos artificiales que bordean la residencia presidencial fueron excavados en la década de 1950 y albergan una población de unos 200 cocodrilos del Nilo, a los que la población llama erróneamente "caimanes" (la especie se encuentra en el continente americano). Algunos de los ejemplares, procedentes de Camerún y Malí, fueron regalos que Houphouët recibió en su momento de los respectivos jefes de Estado de estos dos países. Se dice que el "Comandante" en particular, que era el más antiguo y el más gruñón de los cocodrilos, fue un regalo de Modibo Keita, el primer presidente del Malí independiente. Falleció en 2017. A partir de ahora, el "Capitán", el "Sargento" y el "Jefe de Estado Mayor", los más grandes de los saurios restantes, reinan sobre las oscuras aguas del lago sagrado, aunque las hembras no se dejan contar cuando llega la hora de la merienda. Problema en mayo de 2020: las múltiples inundaciones en Yamusukro han permitido que algunos saurios astutos escapen tranquilamente. Se encontraron en el asfalto en medio de la ciudad, en medio de la población aterrorizada, deambulando por las calles.

Alimentación. Si lo desea, puede pedir a los guardias que alimenten a los cocodrilos. Te dirán que lleves un pollo comprado en el mercado (3 000 FCFA) y llamarán al cuidador de los cocodrilos encargado de la ceremonia. Pero -para los débiles de corazón- ver a los pobres animales aterrorizados y escuchar el crujido fatal de sus huesos no es del gusto de todos. Antiguamente, todos los días hacia las 17 horas, según la tradición, los flemáticos reptiles se daban su festín, consistente en cuartos de carne rara (dos bueyes enteros cada quince días) y/o, para impresionar a los turistas cuando los había, pollos arrojados vivos al foso. Para llevar a cabo esta peligrosa tarea, Houphouët hizo traer a varios bozos especialmente desde Malí en aquella época, aunque se dice que "el Viejo" nunca dejó de alimentar a los bichos él mismo cuando estaba en Yamusukro, e incluso había instalado una granja avícola especialmente para este fin. Sin embargo, durante 36 años fue el viejo Dicko Toké, el cuidador oficial de los cocodrilos sagrados que murió en trágicas circunstancias en agosto de 2012, quien llevó a cabo esta extraña ceremonia. En el momento de su muerte, estaba formando a su hijo en la profesión que él mismo había aprendido de su padre. El anuncio de la muerte del "maestro indiscutible de los lagartos" entristeció profundamente a los marfileños. Desde entonces, apenas se puede caminar por la acera del "callejón de los caimanes", ya que el lugar está estrechamente vigilado y firmemente regulado. Aunque esta práctica, arraigada en las costumbres locales, puede parecer un poco espeluznante para los no iniciados, aquí está rodeada de un aura mística: más que una simple comida, los pollos se consideran una ofrenda a los espíritus que viven en el lago sagrado. Para muchas personas, darles de comer a los cocodrilos es un acto ritual que les permite pagar un derecho de paso místico a la tierra sagrada del Viejo, los guardianes inapelables del misterioso palacio que se oculta obstinadamente a la vista.

La seguridad. Para evitar cualquier disgusto con los guardianes de la masa de agua sagrada, debes saber que está oficialmente prohibido (1) pasear por el lago; (2) sentarse cerca del lago; (3) apoyarse en la valla; (4) pescar en el lago... bajo pena de procedimientos legales (¡sólo eso!).