CEMENTERIO Y MUSEO VIKINGO DE LINDHOLM
Museo vikingo que contiene numerosos objetos funerarios hallados en tumbas, como joyas, abalorios y cerámica.
Para llegar a este lugar excepcional hay que cruzar el fiordo. Descubrirá un auténtico cementerio vikingo que ha estado cubierto de arena durante siglos. Arena transportada por el feroz viento del suroeste que sopla a menudo en la región y que a finales del primer milenio los árboles ya no podían detener tras la intensa deforestación llevada a cabo por los vikingos para construir sus casas y barcos.
A finales del siglo XIX un médico de Aalborg alertó a las autoridades de que en este lugar podía haber enterrados vestigios importantes. Más tarde, una anciana, Augusta Zanginberg, tomó muestras que envió con regularidad y paciencia, a partir de 1889, junto con sus notas, al Museo Nacional de Copenhague. Pero en la capital no mostraron ningún interés por el supuesto tesoro enterrado bajo cuatro metros de arena. Hubo que esperar hasta 1952 para que se reconociera la necesidad de realizar excavaciones y se dispusiera de financiación. ¡Se desenterraron más de setecientas tumbas vikingas!, además de algunos huesos (no muchos, ya que la cremación estaba muy extendida en la última época vikinga), herramientas y joyas.
El yacimiento de Lindholm fue una importante ciudad vikinga entre los siglos VI y XII.
Se pueden ver grandes piedras grabadas, con figuras geométricas en las más antiguas y barcos en las más recientes. No lejos de aquí había un poblado vikingo que poco a poco se fue extendiendo hacia el cementerio, ya cubierto de arena.
También merece la pena ver (excepto en verano), en el extremo más alejado del yacimiento, los surcos de un campo arado en su día por un agricultor vikingo. En la década de 1950 los arqueólogos descubrieron también huellas dejadas por ruedas de carro y cascos de caballo: ¡se cree que el hombre huía a través de su campo invadido por la arena! Una moneda hallada en el mismo lugar sugiere que esta huida tuvo lugar hacia 1036-1039.
El museo, inaugurado en 1992, alberga numerosos objetos funerarios (joyas, abalorios y cerámica) encontrados en las tumbas, así como huesos. El recinto exterior tiene más interés que el museo, pero este último se está modernizando y cuenta con una sala de audiovisual para los visitantes.
Desde la entrada y la terraza de la cafetería del museo hay una magnífica vista de toda la región, y el ambiente es muy tranquilo. No muy lejos hay un campamento militar (el sonido de los disparos se oye regularmente mientras se camina entre las tumbas).