GOA GAJAH

Este templo hindú puede datar del siglo XI, pero se desconoce su origen. Su nombre es un misterio: no había elefantes en Bali antes de que los operadores turísticos los trajeran de Sumatra... Desde la carretera, hay que tomar unas escaleras que descienden en semicírculo hacia el lugar. Al salir de la escalinata, se llega a una explanada en la que se extiende una gran pila rectangular bastante profunda, compuesta por varias piletas pequeñas, cuyos lados están decorados con estatuas de las que sale agua, y que debían utilizarse como baños rituales para hombres por un lado y para mujeres por otro. Las cuencas ahora sólo tienen una función ornamental.

La entrada a la cueva tiene dos metros de altura y un metro de ancho. La cueva consiste en una especie de estructura en forma de T que contiene quince nichos. En estos nichos, las estatuillas fragmentarias representan el linggam de Shiva (representación fálica del dios), una estatuilla de Ganesha y varios Budas. Todavía hay dudas sobre la enorme cabeza de la entrada, que la gente atribuye a un elefante. Parece ser una representación típica balinesa de Rangda.

El descubrimiento de esta cueva por parte de los servicios arqueológicos dirigidos por L. C. Heyting se remonta a 1923, pero la cueva era bien conocida por los habitantes de los alrededores. No fue hasta 1954 cuando las excavaciones revelaron la presencia de las piscinas.

Bajo el patio, unas escaleras conducen a la otra parte del yacimiento, que contiene una piscina y los restos de un Buda, cuya edad y origen se desconocen. Recuerde venir decentemente vestido (sin pantalones cortos ni espaldas desnudas). Abajo, varios indonesios se ofrecerán como guías para llevarle al yacimiento de Yeh Pulu, por ejemplo, por los caminos de los arrozales. El aparcamiento de la calle principal está lleno de puestos de recuerdos y vendedores.

Cuidado: hemos oído hablar de algunas prácticas muy arrogantes por parte de varios guías en el lugar. Se ofrecen amablemente a ayudarle a explorar el lugar, dejando una propina a su discreción. Pero cuando les das algo al final, la mayoría de las veces se ofenden y piden cantidades astronómicas por sus "buenos" (¿?) servicios. La discusión a veces se torna agria, replican una y otra vez que unas decenas de dólares no son nada para nosotros los occidentales. Al parecer, y cada vez con más frecuencia, el turista se ha convertido en una auténtica vaca lechera en los sitios más populares de Bali. Sin embargo, hay que tener cuidado de no dar cacahuetes a los guías que hacen bien su trabajo