MEDINA Y SUS MURALLAS
Medina, con frescas callejuelas y casas de estilo portugués, rodeada de notables murallas en El Jadida.
Caminar por la vieja medina es una delicia. Las frescas y estrechas calles, sus casas uniformemente cubiertas con un revoque de ocre anaranjado, la calma circundante apenas perturbada por unos pocos comerciantes, todo contribuye a recordar el sabor de los viejos tiempos. Esta medina está rodeada por murallas que forman un cuadrado de unos 300 metros a cada lado. Avanzan hacia el mar y una vez estuvieron rodeados de agua gracias a las zanjas cavadas por los portugueses. Construyeron las murallas, que tenían cinco bastiones. El más famoso es el del Ángel que aún conserva sus cañones. Dentro del recinto hay casas de influencia portuguesa, decoradas con pilastras y balcones de hierro. Junto a la Iglesia de la Asunción hay una mezquita cuyo minarete se construyó sobre las ruinas de una torre de vigilancia de cinco lados. Obsérvese que es posible recorrer el camino de la patrulla que conecta los diferentes bastiones con algo de esfuerzo y escalada, pero vale la pena. Este muelle, al que se accede por la izquierda de las murallas, es un paseo agradable, que ofrece una magnífica vista de la ciudad, especialmente cuando se ilumina al atardecer. También vale la pena ver la Porta do Mar, que está al final de la arteria central, ahora un patio de recreo para los niños de la ciudad. Es una bóveda excavada en la pared, enrejada por dos rejas y que mira directamente al mar. Este fue el paso por el que los portugueses huyeron a Brasil en 1769.